Diario de León

El valor de los cuadros les impidió encontrar mercado

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

Era cuestión de tiempo. La policía y los más siniestros marchantes y peristas sabían que el impagable «museo» sustraído a Esther Koplowitz hace once meses de su casa no podía ser eternamente «portátil». No tenía salida en el mercado negro. No es fácil «colocar» goyas, brueghels, sorollas, pisarros y grises así como así y por cifras de vértigo. Eran piezas «muy calientes» que han acabado por abrasar a quienes las ocultaban. Para saber quiénes eran los cacos habremos de aguardar a las explicaciones del director general de la Policía, Juan Cotino, quien despejará incógnitas el lunes ofreciendo quizá las precisiones que no dio su jefe, Mariano Rajoy. Cotino se reserva detalles como la identidad de los detenidos, si los hubo, dónde para el resto del botín -aparecieron algo más de la mitad de las 17 piezas robadas-, o cual fue «modus operandi» de uno cacos que sabían perfectamente qué se llevaban del piso de la multimillonaria Koplowitz en el madrileño paseo de la Habana. Quizá sepamos si los ladrones actuaron por encargo, llevados de una profesionalidad tan efectiva como ingenua, o si se atrevieron a reclamar un rescate. Cualquier museo hubiera pujado por el «botín» recuperado parcialmente y que «abrasaba» a sus captores. Entre la veintena de piezas sustraídas el pasado seis de agosto había «joyas» por las que se hubieran pagado decenas de millones de euros o dólares en cualquier sala de subastas. El valor sumado de óleos como La caída del burro y El columpio de Francisco de Goya, Las tentaciones de San Antonio de Brueghel, Al baño, Valencia de Joaquín Sorolla, Guitarra sobre una silla de Juan Gris o Máscaras de carnaval de José Gutiérrez-Solana superarían con creces los 10.000 millones de las antiguas pesetas. Cualquiera de los goyas se remataría en una venta muy por encima de los veinte millones

tracking