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Ernesto Lübbert presentó ayer su «Taxi para tres» y afirmó que en Europa «esperan nuestro cine, no imitaciones»

Original y chileno

Publicado por
José Oliva - BARCELONA.
León

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El cineasta chileno Orlando Lübbert presentó ayer en Barcelona su última película, Taxi para tres, que ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y que se estrenará en España el próximo 12 de julio. Lübbert dijo que los europeos esperan un cine latinoamericano y no imitaciones de las películas francesas o inglesas. Para el director chileno, filmes como Taxi para tres, que podrían estar ambientados en México o en Brasil, son un exponente de un cine que hace de portavoz de «unas clases desfavorecidas», de un cine «con oscuros», en contraste con el cine gringo, «en el que todo son claros». Taxi para tres nace, según su director, a partir de una anécdota que le cuenta un taxista, de la que se desencadena todo el argumento: un par de asaltantes se suben al destartalado taxi de Ulises Morales, quien ante la amenaza de «volante o maletero», decide conducir el coche y acepta la parte del botín que le entregan los ladrones y, por tanto, se convierte en cómplice, con la esperanza de pagar las letras del coche, un viejo Lada, la ortodoncia de sus hijos y la máquina de coser de su mujer. A partir de esa historia sencilla, Lübbert dibuja un Chile poco conocido pero real, el de «las grandes masas del proletariado», en las que, según el cineasta, «domina una picaresca, una broma rápida y un humor negro muy contagiado por el humor andaluz». El propio Lübbert es el primer sorprendido «por la capacidad de asombro que por suerte no he agotado a pesar de haber estado tantos años fuera de mi país», en concreto desde 1973, cuando se exilió a Alemania. Taxi para tres, que se convirtió en uno de los filmes más vistos en Chile con 360.000 espectadores con 19 copias, cuando la media de una película norteamericana es de 60.000 espectadores con 50 copias, ha permitido comprobar, que hay un público para este tipo de cine. Sin abandonar el tono de comedia, la película discurre entre el bien y el mal, «en el marco de un país en el que la informalidad de la economía lo domina todo, y la informalidad de la moral es una consecuencia de la anterior».

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