Tunick o la excusa para fotografiar a 4.000 personas desnudas en Chile
Para desnudar al aire libre a más de 4.000 personas y mantenerlas casi una hora a menos de dos grados no basta con ser un fotógrafo famoso, es necesaria una ansiedad social por un destape al que se resiste la transición chilena. Las fotos que tomó el domingo Spencer Tunick de más de 4.000 chilenos tapizando desnudos y ateridos un parque de Santiago se prestan a una lectura política que supera las intenciones artísticas de quien ha desnudado masivamente a estadounidenses, brasileños, australianos y argentinos. Así lo interpretaron ayer actores sociales de todo el espectro político chileno, desde el presidente socialista Ricardo Lagos -«Chile está en buena onda», dijo- hasta los protestantes evangélicos que intentaron boicotear el «perfomance» a golpes de rezos y maldiciones. Los 4.000 chilenos que se desnudaron sin tapujos y sin incidentes en Santiago son ciudadanos de un país donde la ley del divorcio se discute aún en un Senado en el que existen senadores civiles y militares que no han sido elegidos democráticamente. Muchos son hijos de parejas que tuvieron que mentir sobre la cualificación de los funcionarios que los casaron para poder anular su matrimonio y que hoy se oponen intentos de limitar el divorcio a casos de delito. Son los mismos que aún no pueden ver La Ultima Tentación de Cristo, y muchos de los modelos son parejas de hecho sin ningún derecho social y algunos, miembros de una comunidad homosexual que se lamenta incluso de persecución laboral.