Diario de León

La soprano Yolanda Montoussé y el pianista Damián Hernández ponen hoy en el Auditorio música y voz a composiciones de Evaristo Fernández Blanco

Las esquinas del aire

Publicado por
Miguel Angel Nepomuceno - LEÓN.
León

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Toldrá, García Abril, Rodrigo y Evaristo Fernández Blanco, estarán hoy, a las 20.30 horas y en el Auditorio, en la voz de la soprano asturiana Yolanda Montoussé, acompañada al piano por Damián Hernández. Dos obras, las de Evaristo, Poemas Líricos y Dos canciones amorosas que llevan la impronta de un hombre que está comenzando a ser conocido fuera de su país pero que pronto quedará sumido en el olvido ante una guerra que trunca todas sus esperanzas creativas. La obra pianística de Evaristo es anterior en su mayoría a la Guerra Civil, siendo la década de los veinte una de las más fructíferas de su producción. A ella pertenecen el Divertimento para piano y flauta, clarinete, trompa y fagot de 1925, la Obertura sinfónica (1925); Tres piezas breves, que escribiría el mismo año, 1927, en que contrae matrimonio con Sara, a la que siempre estuvo muy unido y con la que tuvo dos hijos, Evaristo, nacido en 1928, y Francisco, en 1931, La danza del zagalillo, del ballet Pastoral (1929), Movimiento perpetuo y Dos Canciones para voz y piano, con textos de Juan Ramón Jiménez y Luis de Góngora, de 1931, que son las que hoy vamos a escuchar en la voz de la soprano Yolanda Montoussé. Igual que sucediera con otros colegas suyos, el período que se abre con la Guerra Civil supone para Evaristo «un pentagrama en blanco» en el que aquí y allá aparecen rasgos trágicos. Madrid es bombardeado y su casa de Ferraz destruida, quedando bajo los escombros todos sus bienes y gran parte de su fecunda obra. Poco antes, en 1938, algunas de sus obras, el Movimiento perpetuo, escrita diez años antes y el Trío en do mayor habían visto la luz en Barcelona. «Fueron momentos terribles, nos dijo Evaristo con la voz rota, yo era por entonces delegado de la Junta de Música y residí por algún tiempo en Barcelona. Cuando las cosas comenzaron a ponerse muy malas, porque malas ya lo estaban, y tras perder nuestra casa madrileña, nos fuimos hacia Pontevedra con Evaristín que tenía 13 años y Paco de 10. Allí permanecimos escondidos un año, hasta 1941. Pasamos mucha miseria. Mucha hambre y calamidades». Fruto de su estancia en la capital gallega, Evaristo compone una de sus obras más desgarradas, la Obertura dramática cuyo subtítulo es Ambientación musical para un drama sociobélico, que tendría que esperar 45 años para ver la luz de la mano de Enrique García Asensio y la Orquesta de RTVE en el Teatro Real el 26 de febrero de 1983. Los Poemas Líricos (1923) para voz y piano, que también estarán hoy en atril, con texto de Alfredo Nistal y dedicados a su cuñada, Madame Criso Verapoulos, son la muestra más incipiente de ese lirismo incipiente que comenzaba a aflorar en el muchacho. De aquella etapa son también los Tres preludios (1924) y el Cuarteto cromático, que tuvo que esperar para ser escuchada públicamente hasta 1986, cuando su ciudad natal, con motivo del bimilenario, le pidió una obra de estreno para tan señalada fecha. Tanto en el primer movimiento de los Poemas Líricos como en el Cuarteto Cromático aparecen signos que ya se aproximan al lenguaje atonal y a la concepción serial, muestras precursoras de la tradición reinante entre compositores de diversas procedencias. Tendencia que, sin embargo, no llegaría a cuajar en España hasta medio siglo después.

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