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JOSEP MARIA SUBIRACHS I SITJAR ESCULTOR

«Intentar beatificar a Gaudí supone empequeñecer su figura»

No sólo trabaja actualmente en la Sagrada Familia de Barcelona, sino que además vive entre sus muros, convive con el más grande proyecto arquitectónico del último siglo, la respira y la siente; y va comple

Publicado por
Emilio Gancedo - LEÓN.
León

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La exposición que mañana se abre en la Fundación Vela Zanetti quiere convertirse en una puerta abierta hacia el conocimiento de la obra de uno de los artistas más personales del pasado siglo y principios del presente: Josep Maria Subirachs, quien estará presente en la inauguración de la muestra. Si para los leoneses nos es bien conocido por haber elaborado las esculturas del santuario de la patrona del Reino, para sus paisanos barceloneses lo es aún más. Él es el encargado de continuar la monumental y última obra de Gaudí, la Sagrada Familia, desde 1989. En concreto, es artífice de sus conjuntos escultóricos, admirados junto con el grandioso marco arquitectónico por miles de personas cada año. -¿Cuál es el significado que para usted tiene esta muestra? -Es una exposición muy curiosa, porque en ella se lleva a cabo una comparación entre mis obras de temática religiosa, las de mi primera época y las de la última. Las de La Virgen del Camino de 1959 y las de la Sagrada Familia, a partir de 1987. -¿Qué diferencias hay entre ambos tipos de esculturas? -Eso lo pondrá de manifiesto la propia exposición, será el público quien tenga que sacar sus propias conclusiones. Pero sí te puedo decir que los dos conjuntos se parecen, ambos tipos de obras pertenecen a un estilo expresionista que ya estaba presente en León y que se renueva posteriormente en Barcelona. -Cuando La Virgen del Camino se abrió al público, mucha gente quedó desconcertada, hoy es uno de los lugares preferidos por los leoneses en sus celebraciones... -Claro, porque en su momento resultaba sorprendente, la gente no estaba acostumbrada a ese lenguaje; pero hoy lo encuentran muy natural y les gusta. Además, el hecho de que hubiera causado impacto es garantía de que resultaba nuevo. También el proyecto de la Sagrada Familia resultó polémico y hoy cada vez es más aceptado. -¿Qué diferencia existe entre la obra de encargo hecha por un laico y el arte ejecutado por un artista creyente? -Hasta hace muy poco, el arte fue siempre de encargo. Hacer obras libres, exposiciones, etc; todas esas cosas son propias de la sociedad burguesa. A mí me gusta mucho el arte de encargo, me da mucha fuerza porque veo que es para algo útil. -¿Cómo ve la celebración del Año Gaudí? -Lo veo de una forma muy optimista, ya que implica una popularización, una divulgación de su arte. Así, el recuerdo de su obra dispondrá de un espacio concreto entre la sociedad. -El lenguaje de Gaudí: ¿oscuro, cercano al esoterismo, o claro, puramente cristiano? -Su mensaje era perfectamente claro. Lo más importante sin duda, sus logros estructurales; interesantísimos, como la Sagrada Familia: cómo construir una catedral sin arbotantes. También los mosaicos, en los que se anticipó a la técnica del collage; en ellos mezclaba tazas, platos, elementos de deshecho. Su obra resulta reveladora en muchos sentidos, así, él es el iniciador de la escultura abstracta. Fue un maestro que no copió ninguna técnica sino que buscó siempre lo esencial: la estructura de la Naturaleza. -¿Qué piensa de su proceso de beatificación? -No estoy en absoluto de acuerdo, es una manera de hacer más pequeña su figura, en vez de universalizarla. Supone limitarla a un ámbito concreto. Miguel Ángel, Donatello, fueron grandes maestros, y no por eso se intentaron beatificar. -El trabajo de escultor es físicamente duro, y usted continúa en su tarea de culminar su obra en la Sagrada Familia... -El diálogo artístico con la materia es cansado, y a mis setenta años vivo mi última etapa como escultor. Pero mantengo una enorme ilusión por terminar la fachada de la Pasión, donde hay trabajo para dos años más, sobre todo en la gran figura de Cristo resucitado. Y después otro la irá completando con su estilo personal, época a época, como ocurría con las catedrales medievales o los grandes monumentos de la antigüedad.

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