Diario de León

ADIÓS AL ESCULTOR QUE PEINÓ EL VIENTO

Chillida, un modelo de libertad

«Siempre trabajó sobre la base de la libertad y haciendo las cosas como creyó que las debía hacer», así resumía Luis Chillida, hijo del escultor vasco y director del museo «Chillida Leku», la intensa, singul

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I. Espartegui - SAN SEBASTIÁN.
León

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Luis Chillida llora la muerte de su padre, el escultor vasco Eduardo Chillida, entre elogios, admiración y recuerdos del genial creador donostiarra. El artista jamás traicionó ese anhelo de libertad que marcó su vida en todos los sentidos. El campo personal y el profesional, siempre marcados por la libertad. Una doble trayectoria, según su hijo, «en la que siempre fueron más importantes las dudas que las certezas». Además de ese irrenunciable afán de plena libertad creadora, destacaba el hijo del escultor como su padre tuvo siempre ante sí más preguntas que respuestas. «Fue una persona llena de dudas y preguntas. Unas dudas que iba trasladando a su lenguaje, que era el de la estética», resumía. «Como escultor siempre trató de hacer lo que no sabía hacer. Siempre trabajó sobre esa base y sobre la base de la libertad, de funcionar con esa mentalidad de hacer las cosa como creía que debía hacerlas», insistía. «Fue para nosotros un gran ejemplo de una ética que siempre ha funcionado a través de sus ideas, a las que siempre fue fiel, sin hacer daño a nadie y ayudando a todo el que podía», aseguraba Luis Chillida Belzunce poco antes de ofrecer el último adiós a su padre arropado por toda su familia. Chillida leku, la obra más querida de Chillida, fue también el lugar elegido para el descanso definitivo del escultor. «El museo fue uno de su sueños, y se debería haber inaugurado cuando él hubiese desaparecido, pero ante la enfermedad, mi madre decidió abrirlo», explicaba quien es ahora director y administrador de un magnífico legado. «Ante el deterioro de su salud, vimos que era el momento de dinamizar este proyecto que fue el sueño que realizó con toda la libertad que quiso y como él quería», aseguraba. Confirmaba que el deseo de Eduardo Chillida era descansar allí, por más que le asaltara alguna duda. «Era muy creyente y siempre tenía la dudas de que si la Iglesia permitiría que sus restos reposaran allí». Se consiguieron el permiso y las bendiciones eclesiásticas de modo que «finalmente reposará bajo un magnolio en la parte privada de la finca de Zabalaga». Fue allí donde se produjeron las última comparecencia públicas de Chillida, en una inauguración en septiembre de 2000 a la que asistieron los Reyes, que el martes expresaban sus condolencias a la familia a través de un telegrama que destacaba como Chillida «marcó una época en el arte contemporáneo». El presidente del gobierno Jose María Aznar, también ha querido acercar su más sentido pésame a la familia. También en «la casa» recibiría su investidura como doctor «honoris causa» por la Universidad Complutense de Madrid. Luis Chillida rememoraba por último también los duros momentos que la familia ha soportado en los últimos dos años, desde que el alzheimer comenzara ha hacer estragos en la salud del escultor a principios del año 2000. «La enfermedad ha sido muy dura, y muy duro el momento que ha marcado el fin, pero era también el fin de un sufrimiento de muchos meses». Recordaba también Luis Chillida las profunda creencias de su padre. «Ha sido muy creyente y ahora estará donde debe estar, mirándonos a todos desde arriba». Toda la ciudad llora su desaparición. El museo donostiarra de San Telmo homenajeará a partir de mañana al escultor Eduardo Chillida con la exposición de tres de sus grabados y diferente bibliografía sobre su vida y obras en el claustro de este centro, informó hoy a el director de la instalación.

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