Laboriosidad y genialidad

Una de las protagonistas de Dos mujeres en Praga, la última novela de Millás, decide renunciar a su lado derecho para descubrir el otro mundo encarnado por su lado izquierdo. Chillida hizo realmente este ejercicio: aprendió a dibujar con la mano izquierda para que la facilidad del trazo no perturbara su creatividad. Y así, tras este aprendizaje, la ingente obra del genial vasco es un tributo constante a la laboriosidad visionaria, al parto atormentado y difícil, al dominio esforzado de la materia ruda de su escultura. En toda la portentosa maestría de Chillida hay una linealidad sobrecogedora, que los expertos llaman estilo. Pero a algunos nos place más relacionar esta progresión rectilínea, inconfundible, de sus giros espaciales con la coherencia perfecta entre la ética y la estética. Hay, en fin, una conexión portentosa entre la magnitud grandiosa del incomparable escultor y el duro perfil del vasco honrado que reclamó, colmado de indignación, la libertad del secuestrado o la vida de aquel muchacho, Miguel Ángel Blanco, con cuya sangre los sayones abonaron la hermosa tierra de Euskadi. Ofrenda floral en el Museo de Bellas Artes Por otra parte, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, y el diputado general de Vizcaya, Josu Bergara, presidieron hoy una ofrenda floral al escultor donostiarra Chillida. El acto tendrá lugar en el monumento situado en la Plaza del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que lleva el nombre del artista. «Será un acto sencillo y emotivo», aseguró el primer edil, que recordó que la ciudad cuenta con dos esculturas de Chillida, quien «donó el símbolo del 700 Aniversario».