Diario de León

Janoswky, Azkenazhy y Schiff agotaron durante tres días las localidades del Palacio de Festivales

Tres primeras batutas cierran el FIS con creaciones de gran altura

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M. A. Nepomuceno - SANTANDER.
León

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Desde la pasada semana las localidades para ver los conciertos de la Sinfónica de Radio Berlín con Marek Janowsky al frente, a la Filarmónica Checa con el gran pianista y director Vladimir Askhenazy y a la Chamber Orchestra de Europa con Andreas Schiff en el podio dentro de la programación del Festival de Santander desaparecieron como por arte de magia al poco de ser puestas a la venta. Los tres conciertos de clausura con los que se cerraba esta nueva edición del FIS colmaron y desbordaron todas las expectativas al agotarse para cada concierto las casi dos mil localidades que la sala Argenta cuenta en su aforo. Una programación echa con imaginación, conocimiento y sobre todo con gusto para colmar las aspiraciones musicales de una ciudad con más de medio siglo de tradición musical veraniega, han vuelto a demostrar que cuando las cosas se planean con tiempo, variedad y detalle dan sus frutos sin por eso tener que tirar la casa por la ventana en cuestión presupuestaria. Ópera, ballet, ciclos de música sinfónica, cámara, danza y recitales líricos conformaron las bases de esta quincuagésimo primera edición que el director del Festival desde hace 27 años, Jose Luis Ocejo, ha venido trabajando a lo largo de todo un año. Primeras figuras de la lírica, el ballet y el sinfonismo fueron los pilares para mantener no sólo a flote un festival de prestigio y tradición sino para superar cada año las expectativas de los melómanos más exigentes. Si durante las últimas semanas de julio y primera de agosto el concurso de piano Paloma O''Shea ocupó las páginas culturales de los rotativos nacionales y extranjeros, con las fases previas y final de un concurso que lleva décadas en la cresta de la ola entre los mejores del mundo en su especialidad, no se quedó atrás el Festival Internacional que con su extensión a los marcos históricos de Cantabria cubren una oferta musical de más de 58 conciertos que unidos a los de piano suman más del centenar en poco más de un mes. Esto unido a los restantes ciclos musicales de zarzuela, ópera y teatro que durante el año ininterrumpidamente se celebran en Santander, colocan a esta ciudad veraniega en centro capital de una oferta músico-cultural de primera magnitud, desbancando a muchas ciudades europeas con gran tradición en este campo pero con programaciones mucho menos densas y variadas. Ciento diez profesores pusieron todo su arte y conocimiento al servicio de una idea preconcebida, de una batuta de excepción y de una realización modélica. Los cinco movimientos de los que consta esta mastodónica obra fueron diseccionados por Askhenazhy con el escalpelo de la elegancia, de la fuerza y del talento. El suyo fue un Mahler desolador, que no deja al oyente atisbos de regeneración. Sólo el fin y la nada. Toda una lección de gran sinfonismo a cargo de la Sinfónica Checa que luce una cuerda que no es de este mundo. Algo muy distino a lo que sucedió con lo ofrecido por Andreas Schiff y la Chamber Orchestra of Europe, con un Bach esperanzador, trasparente, a veces juguetón pero nunca premioso ni desolador. Las dos Suite fueron modelos del arte de un director que pone todo su saber, su experiencia y su conocimiento directorial al servicio de la verdad del cantor de Eisenach. Desde el piano Schiff no dirige deleita, explica y traduce un pentagrama que podría convertirse en otras manos en algo insulso, glamuroso y hueco. El flautista cántabro Jaime Martín dejó patente que no en vano está considerado como una de las realidades más exportables de nuestra música sino que su trabajo desde hace ocho años con la Chamber Orchestra ha sido beneficioso para ambos. Un cierre de festival de auténtico lujo con tres batutas de reclinatorio.

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