Marta Sánchez y el respeto

Desolados han debido quedarse los seguidores de la cantante Marta Sánchez al enterarse de la supresión del concierto que iba a ofrecer, ayer noche, en Ponferrada. El motivo alegado para tal suspensión es una supuesta (ya saben aquello de la presunción de inocencia) afección en su privilegiada garganta. Lo que no dicen en el comunicado, remitido al Patronato de Fiestas y a los medios de comunicación, es que la intérprete de Desesperada llegó ayer mismo a Madrid tras haber estado haciendo promoción de su último disco, Soy yo, en Puerto Rico. Aunque parezca aventurado, no resulta díficil imaginar el cansancio acumulado tras haber estado unos días visitando radios y televisiones y posteriormente coger un avión de vuelta a casa (unas cuantas horas, a las que habría que añadir, seguramente, las provocadas por los habituales retrasos en las líneas aéreas). En resumen que, prácticamente sin repostar, tenía que volver a meterse en la carretera para actuar (¡qué pereza!) en Ponferrada. Aun a riesgo de que sea cierto lo de su enfermedad habría que decirle a Marta, Sánchez, que no es de recibo pedir respeto hacia su persona (prácticamente cada vez que sale en televisión) cuando ella ha incumplido lo que previamente había pactado. Un ayuntamiento que había confiado en ella y cientos de fans con las entradas en la mano se han quedado compuestos, y sin Marta, apenas veinticuatro horas antes del comienzo del concierto. ¿Y crees que aquí no ha pasado nada? Eso sí que es poco respetable. Y nada sexy.