La voz de las estrellas

Una de las obras claves del repertorio vocal del siglo XX, el Pierrot Lunaire, de Arnold Schömberg, será ofrecida hoy, a las 21.00 horas en la iglesia de San Marcos, por Taima Granada y la mezzosoprano suiza Katharina Ricus. El programa se completará con los Folk Soongs, de Luciano Berio, que marca un hito en el tratamiento de los materiales sonoros combinados con la voz humana. Como intérprete principal Katharina Rikus, una de las mejores especialistas en este estilo de composiciones, con una dilatada carrera plagada de éxitos por toda Europa. Estudió canto en la Musikakademie Basel y en los cursos de la Musikhochschule Saarbrücken con los profesores Phlippe Huttenlocher y Siegmund Nimsgern. Katharina Rikus desarrolla actualmente una amplia actividad como solista internacional, interpretando un amplio repertorio, que abarca desde lo clásico hasta la música contemporánea, incluyendo estrenos de nuevas obras y grabaciones para emisiones de radio. Asimismo, Katharina Rikus posee una rica experiencia escénica. Ha sido miembro de la Kammeroper de Frankfurt, ha actuado en numerosos Festivales y, desde 1995, actúa en el Bremer Theater. Desde 1997 imparte clases en la Hochschule Ffür Künste Bremen. La gestación del Pierrot Lunaire se produce en enero de 1912 cuando la actriz Albertine Zehme propone a Schoenberg la composición de un ciclo de canciones con piano sobre poemas de Albert Giraud en la excelente traducción alemana de Otto Erich Haertleben. En un principio Schoenberg no mostró mucho entusiasmo por un proyecto nacido por necesidades financieras. Pero según fue avanzando en el trabajo creció su interés, y añadió flauta/piccolo, clarinete/clarinete bajo, violín/viola y cello de forma que pudiera explotar distintas combinaciones tímbricas. Pierrot Lunaire constan de 21 poemas divididos en tres partes de siete poema cada una. Su organización no parece obedecer a un esquema lógico; más bien se trata de una galería de imágenes salidas de nuestros peores sueños que nos muestran a la luna y Pierrot. Pero éstos ya no son los personajes de Debussy o del primer Picasso. Es la terrible luna expresionista amenazante como una cimitarra desnuda, como en la Noche estrella de Van Gogh, envolviendo a un Pierrot violento, sádico, trepanador, asesino en una noche de pesadilla plagada de gigantes mariposas negras. En este momento, Schoenberg ya había dado el primer paso en su evolución tonalismo-atonalismo-dodecafo-nismo. La desintegración de la tonalidad lleva consigo la desintegración de la forma que sustentaba (como la desaparición de la rima conlleva la desaparición de las formas líricas tradicionales). El lenguaje se libera, el ritmo se descompone, la investigación de nuevas combinaciones tímbricas desemboca en la famosa Klangfarbonmelodie (melodía de sonidos-color). Nada se debe oponer a la exploración de los sentimientos del individuo, en una actitud semejante a la que provocó en esos mismos años las primeras abstracciones de Kandinsky.