El escritor publica la novela irónica «El último trayecto de Horacio Dos»
Mendoza: «El lector ha dejado de compenetrarse con el personaje»
El escritor barcelonés Eduardo Mendoza, que acaba de publicar su última novela, El último trayecto de Horacio Dos, considera que la novela ha dejado de ser una forma de compenetración entre el lector y el personaje protagonista. Mendoza argumenta que «en los últimos tiempos se ha producido un cambio fundamental, ya que la novela ha dejado de ser una forma de compenetración del lector con el personaje y ha pasado a ser una compenetración con el autor». Este cambio, añade el autor de La ciudad de los prodigios, ha inducido que «el lector y el autor lean juntos una misma novela, cosa que en la novela clásica del siglo XIX era impensable, aunque en nuestra cultura quedan residuos en algunas series de televisión o en Operación Triunfo, por ejemplo, pero son restos en estado de descomposición». Guarda muchas similitudes El último trayecto de Horacio Dos con su anterior novela Sin noticias de Gurb, pues ambas fueron obras de encargo que aparecieron por entregas en la prensa y ambas giran en torno a una historia de ciencia-ficción, una categoría, si acaso, excesivamente pretenciosa para el autor, que prefiere la de «disparate-ficción». El último trayecto de Horacio Dos (Seix Barral) entronca además con esas novelas más disparatadas de Mendoza, que tienen como protagonista a un pícaro, como puede ser El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas o La aventura del tocador de señoras, si bien en esta ocasión ha recurrido a un «pícaro colectivo». En ese registro, Mendoza prefiere utilizar la primera persona, porque «el lenguaje y la peripecia del pícaro van a tener un protagonismo mayor incluso que la propia historia», mientras que cuando escribe sus novelas «serias» como La comedia ligera, La ciudad de los prodigios, La isla inaudita o El año del diluvio, cree que «es más útil una narrador omnisciente que impone una cierta objetividad». Al contrario que en Sin noticias de Gurb, en que Mendoza se metía en la carne de dos extraterrestres que visitaban la Tierra, en El último trayecto de Horacio Dos narra la peripecia de una misión terrícola para repoblar el universo con un grupo de mujeres y hombres indeseables pertenecientes a colectivos de nombres tan rimbombantes como Ancianos Improvidentes, los Delincuentes o las Mujeres Descarriadas.