Música para vivirla

A partir de hoy se abre lo que será la temporada estable musical leonesa de un año dedicado a las manifestaciones artísticas más diversas, que van desde el ballet, la danza, el flamenco, el jazz, la ópera, música sinfónica, camerística, recitales, otras músicas... capaz de complacer al aficionado más exigente, pero también de potenciar y acercar la cultura a todos los aficionados. Los precios de las abonos puestos a la venta es de 764 euros (127.119 pesetas) en platea y 569 (94.674 pesetas) en anfiteatro, para los 68 actos que se celebrarán en él; cifras en principio razonables si lo que se ofrece se ajusta a lo que se exige y si desde el principio se sabe lo que se va a presenciar, pues en 15 de las 68 actuaciones se desconoce el programa o los solistas, teniendo el aficionado que pagar a ciegas por conciertos en los que tan sólo se sabe el nombre de la formación. De cualquier modo, los seis ciclos de conciertos, divididos en música orquestal, vocal, cámara, danza, temporada de la Orquesta de Castilla y León, la temporada de la Orquesta Sinfónica Ciudad de León, además de otras propuestas en las que tienen cabida el jazz, la música cubana, flamenco y ópera para niños, conciertos didácticos y conciertos para las familias, representan un excelente cartel de presentación para un Auditorio que aspira a convertirse en referencia entre sus homónimos españoles y el primero entre los de Castilla y León. Cada uno de los apartados en los que se divide la programación para el año 2002-3 posee sus propias características, mezclándose, a veces, actuaciones de primer rango internacional con otras más variopintas, tanto en calidad como en precios. Así, dentro del primer ciclo, el llamado A, encontramos a la Orquesta Sinfónica de Galicia, la de Cámara de la Filarmónica de Berlín, la Nacional de España, la Sinfónica de Budapest o la English Chamber Orchestra, la Filarmónica de Estocolmo o la Camerata de Salzburgo al lado de la Camerata Laurentina, que, sin ánimo de menospreciar, no mantiene el mismo nivel artístico que las mencionadas. En el ciclo B, dedicado a la música vocal, los coros y los recitales tienen un protagonismo especial, mientras la ópera carece a penas de representatividad, ya que tan sólo el teatro Helikón de Moscú, con Falstaff, de Verdi, la Ópera de Varsovia, con el Imeneo, de Haendel, o la orquesta y coro de Madrid, con la zarzuela Luisa Fernanda, de Moreno Torroba, pueden enmarcarse dentro del teatro lírico, el resto son oratorios (Carmina Burana, El Mesias, la Pasión según San Mateo) y recitales de las sopranos: Tatiana Davidova, Ainhoa Arteta o Isabel Rey, pero ningún ciclo de ópera ni recitales de voces masculinas. Hay que tener en cuenta que al contrario de lo que pueda parecer, los ciclos de ópera son lo caros que queramos que sean, porque hay compañías muy dignas con un nivel interpretativo muy alto que cuestan la mitad de lo que vale, por decir dos ejemplos, el Cuarteto Tokio o la Sinfónica de Estocolmo y, por si fuera poco, llega a mucha más gente que la música de cámara u orquestal. Pues desde siempre lo que jamás consiguieron otras músicas, lo consiguió la lírica sobradamente. El ciclo C o de cámara posee también su propia idiosincrasia, pudiendo decirse que es el más completo y equilibrado de los seis, destacando intérpretes de primera fila como el Quarteto Tokio, el Julliard String Quartet, el Chilingriam Strin Quartet o el Hagen de Salzburgo así como los dúos formados por Lluis Claret y Joseph Colom, Luis Zorita y Mathias Gerstner, Josua Bell y Simón Mulligan o los solistas Alessio Bax, piano, Pieter Wispelwey, violonchelo o Cyprien Katsaris, piano. En el cilco D, dedicado al ballet, destacan Les Grands Ballets Canadiens, el Nacional de España, el Centro Coreográfico Nacional de Angers y el Ballet de Víctor Ullate. El ciclo E está integrado por las formaciones orquestales de Castilla y León y de Euskadi, quedando para en el F la totalidad de los conciertos de la Orquesta Ciudad de León, algo necesario y que al fin ha tenido su acogida dentro del Auditorio.