La magia de una flauta

Hacer que la música llegue a los niños es algo que sólo se consigue con imaginación, conocimiento y, sobre todo, ganas de hacer las cosas con un mínimo de criterio para que no se siembre en baldío. La mejor manera de que la música pueda ser amada y comprendida es hacerla participativa, además de explicarla y difundirla, sin alardes técnicos ni efectos sonoros y puestas en escena estrambóticas, fuera de todo contexto natural de lo que significa el desarrollo lógico de una obra, ya sea sinfónica, camerística, coral u operística, de tal manera que cualquiera que acuda por primera vez a uno de estos espectáculos no sólo pueda entenderlo sino que cuando concluya salga de la sala satisfecho y con un poso cultural que de otra manera sólo quedaría convertido en una función más de Dios sabe qué especie. Los escolares que ayer pudieron ver y escuchar los quinientos niños de distintos colegios del alfoz que asistieron en el Auditorio a la hermosa representación de La Pequeña Flauta Mágica, de Mozart, que La Caixa, junto al Ayuntamiento de León, programaron para acercar la música a los más pequeños, fue algo sencillamente fascinante, de una gran calidad tanto interpretativa como escenográfica, vocal y docente, que llegó de forma impactante a unos niños que jamás habían asistido a una representación de ópera y que sin embargo rieron, gritaron, silbaron y aplaudieron con cada escena de este cuento que gusta por igual a mayores como a pequeños. La mejor muestra de que aquello sí iba con ellos fueron los gritos acompañados de palmas al finalizar pidiendo: «¡Otra, otra!», en una muestra clara de que lo que allí vieron sirvió para algo más que para pasar una hora de un día lectivo de clase. Un espectáculo único, recreado con gusto, imaginación y visión de futuro, servido por unos excelentes actores-cantantes y acompañados por dos magníficos instrumentistas de piano y flauta que fueron el complemento ideal para esta Flauta que, en todo momento, fue mágica. Un acierto sin precedentes.