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La Academia Sueca destaca la profundidad filosófica de los relatos del escritor húngaro

Imre Kertész, Nobel de Literatura

El novelista húngaro Imre Kertész fue galardonado ayer jueves con el Premio Nobel de Literatura 2002, por haber dedicado su obra, desde su experiencia traumá

Imre Kertész celebraba ayer en Alemania la concesión del Premio Nobel de Literatura

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Colpisa/Ep - ESTOCOLMO.

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Nacido el 9 de noviembre de 1929 en Budapest, en el seno de una familia judía, Kertész se ha convertido en apenas veinticinco años, y tras unos primeros años de indiferencia de crítica y público, en uno de los autores fundamentales de Europa, gracias a la profunda carga filosófica de sus novelas, que se centran en la experiencia vital y todo lo que ella comporta. «El Nobel es una recompensa para la literatura húngara», afirmó ayer el autor al conocer la noticia, «y también un gran reconocimiento para mí». «Significa que voy a poder vivir una vida algo más tranquila, al menos financieramente», añadió, considerando «interesante» que haya sido premiada una trayectoria literaria como la suya, centrada en el Holocausto y la lucha contra la dictadura. En efecto, tal y como subraya la Academia Sueca en su dictamen, la obra de Kertész parte de la horrorosa experiencia en el campo de concentración nazi de Auschwitz, al que el escritor fue deportado siendo aún un adolescente. Para Kertész, Auschwitz no fue una excepción en la Historia «normal» del Occidente, sino más bien la ilustración última de la degradación del hombre en el mundo moderno. Liberado en 1945 de Buchenwald y de nuevo en Hungría, Kertész se dedica al periodismo durante unos años, trabajando para el diario «Világosság», del que es despedido en 1951 cuando el periódico se convierte en órgano oficial del Partido Comunista. Es entonces cuando comienza realmente su carrera de escritor, que combina con la traducción de clásicos alemanes como Nietzsche, Hofmannsthal o Freud; la influencia de todos ellos en su obra es evidente. Primer rechazo No obstante, Kertész no publica su primera novela hasta 1975, «Sorstalanság» («Ser sin destino»), que tarda diez años en escribir y que muchos consideran como una de las obras más importantes de la literatura europea del siglo XX. Sin embargo, este estremecedor relato sobre el Holocausto es rechazado en un primer momento por las editoriales y, una vez publicado, pasa desapercibido durante años para crítica y público, hasta su traducción al alemán en 1997, fecha en la que el libro se convierte en todo un acontecimiento literario. De hecho, la novela de Kertész no fue reconocida en su propio país hasta 1985, cuando se publica la segunda edición. En ella, narra la historia de Gyorgy Koves, un adolescente que es deportado a un campo de exterminio, sobrevive y desde allí cuenta su experiencia con la mirada del niño. «Cuando pienso en una nueva novela, siempre pienso en Auschwitz», afirma Kertész, quien sin embargo insiste en que ''Sorstalanság'' no es puramente autobiográfico. Se trata, más bien, de una ilustración más de uno de los ejes de su obra: vivir es adaptarse, y la adaptación de uno de los deportados de Auschwitz es similar al conformismo que regula la vida social del individuo actualmente. El personaje de Gyorgy Koves reaparece en ''Kaddish para el niño que no nacerá'' (1990), en el que expone una visión negativa de la infancia, atribuyendo a esta edad el sentimiento paradójico de sentir el campo de concentración como ''la propia casa''. También aborda el amor como la adaptabilidad en grado máximo, la capitulación total de la voluntad de existir. Kertész recupera a Koves también en ''A kudarc'' (''El rechazo'', 1988), en el que recuerda el muro de silencio con que fue acogida su primera obra.