Sara Colinas: restaurar el futuro
«Dedicarse a algo para lo que no naciste es un error». Lo dice Sara Colinas, restauradora leonesa. Pero más que un aviso a navegantes, en su caso es una recomendación para que la navegación no se detenga. Ella vivió en León y se fue. E hizo lo más difícil: volver. Como si fuera su particular remontada.
Hay gente de fiar a la que uno le prestaría su coche. Pero si el caso es que uno tiene un Picasso (el pintor), lo más aconsejable es ponerlo en manos de Sara Colinas, restauradora, leonesa intermitente, que dejó de ser errante hace ya unos años cuando volvió a la ciudad. Dice que solo es eso: restauradora. Pero es más artista de lo que piensa. Y con ella hay que ponerse las gafas de escuchar porque habla y lo hace desde la timidez. Habla menos de lo que cree y sí lo suficiente como para que esta noticia se llenara sola con sus pensamientos. Que son los que abordan el futuro como un presente ahora en León, después de Valencia (ahí viven sus padres), Londres, otros lugares, y ahora aquí parece que por mucho tiempo.
Sara Colinas desarrolla su actividad de restauradora en León. Es una experta en arte vinculado con la sostenibilidad, lo que hace doble su valor en torno a la conservación. Con el museo actual de Botines y su patrimonio colabora para potenciar su calidad general. Pero hay en este acto individual profesional muchas más cosas que hacen pensar que su firma es la mejor garantía.
Si se trata de principios, en su página web hay un dato revelador, porque aparece un texto de Galeano. Y eso lleva a la conclusión de que es alguien a quien le gustan las cosas buenas, la fuerza de lo sensible: «Bien visto, restaurar es entrar, conocer, dialogar, respirar lo más íntimo de un artista, su arte; entrar en ti a través de cada obra. Para mi, restaurar es un privilegio, un placer y una responsabilidad; recuperar la belleza y luz original de ese trozo de mundo, sin obviar la huella maestra del tiempo. Restaurar necesita técnica, arte, ciencia y criterio a partes iguales. Respetando la singularidad de cada obra, su valor histórico, artístico, documental, social, estético o espiritual», explica.
Pero yendo a lo práctico su trabajo también se sustancia. En este sentido, así define lo que hace: «Desde pequeña tuve claro que quería estudiar Bellas Artes. La restauración apareció una vez comenzados los estudios en la Facultad de San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia, donde me especialicé en Conservación y Restauración de Bienes Muebles. Primero fue curiosidad, pero enseguida me atrapó. He tenido suerte en los trabajos que desde el principio me han tocado, entre los que se destacan obras de Pablo Picasso, Mariano Salvador Maella, Francisco Salzillo, Luca Giordano, Juan de Toledo, Emilio Boggio. Si te sirve, como anécdota puedo decirte que el año pasado el Museo de Escultura de Valladolid adquirió una pequeña escultura, que restaure hace un año, por 150.000 euros», destaca.
Han sido así muchos los caminos que oportunamente la han conducido a León, y que le han permitido atesorar una gran experiencia. «Yo apuesto por León y creo en las enormes posibilidades que ofrece esta ciudad y su gente para el deleite de propios y extraños», afirma.
Actualmente, Sara Colinas incorpora a su actividad la difusión, conservación y exposición del acervo patrimonial histórico-artístico con el objetivo de implicar a la ciudadanía, contribuir a crear una cultura patrimonial. En definitiva, preservar, reutilizar, restaurar en lugar de destruir el legado.
actualización digital
«Aproveché el confinamiento para ponerme al día digitalmente, con entrevistas y contenidos en las redes sociales. El objetivo de Restauro Colinas es aportar valor y dar a conocer esta noble profesión y las joyas de nuestro legado patrimonial. Estoy apoyando el trabajo que se está realizando en el Museo Casa Botines de Gaudí, así como en la restauración del acervo pictórico», relata.
Si Colinas se tuviera que definir, lo haría así: «Soy una profesional comprometida, que ama su trabajo, agradecida por la confianza que depositan en mí y afortunada de poder trabajar en lo que me gusta. Una esteta que ama la belleza en todas sus formas. ‘El arte es la expresión del alma y la restauración el arte de redescubrirla’. Como restauradora me considero paciente, técnica y artística, detallista, rigurosa, con criterio empírico y, quiero pensar que con buen gusto. Como gestora cultural diría que soy creativa, visionaria y ambiciosa», enumera.