Maestro reconocido
Considerado el maestro más cualificado de la escuela polaca de compositores, su obra se ha visto reconocida en numerosas ocasiones: Fitelberg de 1960 por su oratorio sobre las víctimas de Hiroshima, Premio Unesco de música 1961; Premio del Ministerio de Cultura y Arte polaco; de Composición de Cracovia, 1962; Gran Premio Westphalia en 1966; Premio de la Paz polaco 1966; el Jurzykowski 1966; Gustav Charpentier 1971; Gottfried von Herder 1977; Arthur Honegger 1968 por el «Magnificat» y Premio de Música de la Unesco, en 1993, entre otros. El inconformista Penderecki fue el primer artista polaco que se atrevió a abandonar la asociación de autores. Asimismo, apoyó decididamente a su amigo Lech Walesa en sus años de líder del sindicato Solidaridad, al que dedicó un fragmento del Requiem polaco, el «Lacrymosa» que se estrenó en Stuttgart, en septiembre de 1974 bajo la dirección de Mtislav Rostropovich. Admirador de la literatura española, en especial de Valle-Inclán, Penderecki ha dirigido en varias ocasiones a la Orquesta Nacional de España y en 1984 presidió en Madrid el jurado del Premio Reina Sofía de Composición. Penderecki realiza numerosas actuaciones en distintos puntos del planeta y es uno de los pocos músicos que, cuando compone, no hace uso del piano y sus partituras apenas tienen correcciones. Aparte de la música, Penderecki es un apasionado de la arboricultura, actividad a la que dedica sus ratos libres. El compositor polaco tiene en las proximidades de Cracovia un pequeño jardín botánico en el que ha logrado reunir cerca de 700 variedades de plantas. Asiduo visitante de España Penderecki siempre ha sido clarividente y crítico con la música que aquí se hace aunque reconoce los progresos obtenidos en estos últimos años. «No hay otro país en el mundo donde la música se haya desarrollado tanto como en España, señala convencido, donde hoy se cuenta con 25 auditorios».