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Emotivo adiós al poeta vanguardista Francisco Pino en su Valladolid natal

Publicado por
José María Francisco - VALLADOLID.
León

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Francisco Pino recibió el último adiós con la misma tranquilidad y sosiego que impregnaron su vida. El poeta vallisoletano recibió sepultura al día siguiente de apagarse definitivamente su vida. Murió a los 92 años con la misma sencillez con la que había vivido, rodeado de su hijo y familiares más cercanos. Innovador, libre, vanguardista, original, auténtico y un largo etcétera de adjetivos fueron utilizados por escritores y representantes de administraciones para definir a un hombre de las letras que deja un legado de casi cuarenta poemarios. «Quiero saber qué hay más allá», decía en uno de sus últimos versos. Al autor de El pájaro enjaulado, publicada hace unos meses, la historia de la literatura no le podrá encajar en ninguna de las corrientes del siglo XX porque su independencia y forma de ser constituían las antípodas al encasillamiento, aunque algunas de sus tendencias se aproximan a la generación del 36. Nació el 18 de enero de 1910 en una de las calles más céntricas de la capital del Pisuerga. Sin embargo, prefirió elegir una de las zonas verdes próximas a la ciudad para disfrutar su madurez. El Pinar de Antequera fue el lugar escogido para vivir, escribir y morir. Por eso no resulta extraño que otro insigne literato de Valladolid, Miguel Delibes, le haya tributado un poema asociado al espacio: «Los pinos se han quedado sin Pino. Y el pinar, silencioso, sin canción. Descanse en paz». Es el homenaje póstumo que el autor de El Hereje dedica a Francisco Pino en El Norte de Castilla. Tras pasar su juventud en Valladolid, Francisco Pino se trasladó en los años treinta a Londres y París, donde estudió Económicas. Tras la Guerra Civil regresó a su tierra natal donde escribió la mayor parte de su obra. Sus primeros poemas fueron publicados en la revista que puso en marcha con tan solo 18 años. También utilizó como soporte la revista DDOOSS. Por y para la poesía Precisamente, Juan González Posada, presidente de la Asociación de Amigos de la Cultura de Valladolid, recordó que el colectivo que actualmente actúa en este ámbito tiene su origen en la iniciativa que Pino promovió en 1931. González Posada aseguró que la generación de poetas y escritores de los años treinta hubiera tenido una gran proyección internacional de no ser por la parálisis que sufrió durante la Guerra Civil. Así qué (1987) le sirvió para obtener al año siguiente el Premio Nacional de Poesía, aunque previamente se editaron varios libros, como Antisalmos (1978) y Cuaderno Salvaje (1983). Antonio Piedra, presidente de la Fundación Jorge Guillén, lamentó la pérdida de uno de los representantes de la poesía neovanguardista. Piedra glosó la personalidad de Francisco Pino en el lema que defendió durante toda su vida, «Por y para la poesía».