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La televisión cumple 50 años en España, aunque en la mayoría de los hogares no entraría hasta bien mediada la década de los sesenta, donde algunos programas harían historia

Se cumplen 50 años de televsión en España

El actor Valentín Tornos (centro) como Don Cicuta en el «Un, dos, tres»

León

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En 1952 nacía la televisión en España, que no emitiría regularmente hasta cuatro años después. Sin embargo, hasta bien entrada la década de los sesenta aquellos gigantescos aparatos -acompañados de un inevitable transformador- no irrumpirían en la mayoría de los hogares españoles. Los tejados de todas las ciudades se llenaron de rastrillos a modo de antena. La tele, que convirtió el mundo en blanco y negro, ocuparía un lugar privilegiado en cada casa, desplazando a la que hasta entonces había sido la reina: la radio. Y las larguísimas radionovelas dieron paso a series inolvidables, como Bonanza, Los intocables (mucho antes de la película del guaperas Kevin Costner), Los vengadores, El virginiano, Embrujada, El doctor Ganon... Era la época del «desarrollismo», de una España «ocupada» aún por el régimen franquista, pero que comenzaba a descubrir nuevos horizontes: los que le servía la televisión y un turismo incipiente. Años en los que programas como Un, dos, tres -el concurso más largo de la historia de la televisión- y Galas del sábado (con Laura Valenzuela y Joaquín Prat) mantuvieron en vilo a una población para la que la pequeña pantalla se convirtió en la única fuente de ocio. Los niños de los sesenta y setenta crecieron con Locomotoro, el capitán Tan, Valentina y el Tío Aquiles, Pippi Calzaslargas y Gaby, Fofó y Miliki... Cuando el Festival de Eurovisión era una «cuestión de Estado», que batía récords de audiencia en el único canal (VHF) con licencia para emitir. Luego vendría el UHF (la 2 de TVE) Nombres como Narciso Ibáñez Serrador (Un, dos, tres, Hablemos de sexo, El semáforo...) y su padre, Ibáñez Menta (Historias para no dormir), José María Íñigo (Estudio Abierto, Directísimo o Fantástico), José Luis Balbín (La clave) y Alfredo Amestoy tienen ya un lugar de honor en la historia de la televisión de este país. En la década de los ochenta llegaron, como un soplo de aire fresco, las televisiones privadas (Antena 3 y Telecinco) y, poco después, el primer canal de pago. Pero la gran revolución televisiva se produjo en 1975. La coronación de Juan Carlos I como Rey de España supuso no sólo un cambio político, sino una nueva era para la televisión. Había llegado el color. De hecho, la imagen del Rey despediría durante años la programación al filo de la medianoche; tres horas después de que los niños se hubieran acostado con la pegadiza musiquilla de Cleo, Teté, Maripi, Pelusín, Colitas y Cuquín...

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