Mozart en versión Teatro Negro

Por segunda vez en un mes, una de las óperas más célebres y representadas del repertorio, La flauta mágica, de Wolfgang Amadeus Mozart, sube hoy a escena en el Teatro Emperador, a partir de las 21.00 horas, de la mano de la excelente compañía del Teatro Negro de Praga. El acto está patrocinado por la Cope y la reserva de entradas se puede hacer llamando al 987 895 499. El precio es de 12 euros. En ejecución no verbal, con una historia fácil de entender, que se narra de forma atractiva y que aprovecha lo mejor de la partitura de Mozart. Los actores están rodeados en un escenario completamente negro, iluminado por luz ultravioleta. El guión y dirección corre a cargo de Joseg Bednárick y la adaptación musical es de Jiri Stohner. En los papeles principales, David Dvorak (Tamino-príncipe), Alena Peskova (Pamina, hija de la reina de la noche), Erik Houba (Papageno, cazapájaros), Krystina Nencerova (Papagena, luna creciente) y Simona Gendelinova (reina de la noche). Estrenada el 30 de septiembre de 1791 en Viena con libreto de Emanuel Schikaneder quien adaptó el cuento Lulú a subes extraído de la antología de cuentos orientales Dschinnistan de Wieland de 1786, la obra, última pieza maesta de Mozart, es enigmática y desconcertante que apenas resiste la comparación con ninguna otra ópera del compositor, una fábula ingenua y simbólica, inmersa simultáneamente en la comedia de magia popular y en el esoterismo masónico. No hay que olvidar que la obra fue escrita para un modesto teatro del arrabal vienés y no iba destinada en modo alguno-como a veces se dice- a los fastos de la gran ópera. La flauta mágica pertenece esencialmente al género del Singspiel alemán ilustrado ya por El Rapto en el Serrallo, a la que ahora Mozart exalta de forma especial porque realiza aquí la suma de todas sus experiencias.. Bajo su tosco ropaje -las inverosimilitudes, las trivialidades que esmaltan la intriga- la Flauta Mágica refleja el sentimiento de fraternidad humana del músico y su búsqueda incesante de una verdad absoluta: muestra de ello son los dos personajes centrales Papageno y el príncipe Tamino, en quienes Mozart encaran sucesivamente sus aspiraciones. A través de su itinerario iniciático, la Flauta Mágica delinea los grandes símbolos de la lucha de las tinieblas contra la luz: oposición entre las arias de la reina de la Noche, heredera del Mundo nocturno y las del sacerdote Sarastro, señor del día, detentador del círculo solar de la Sabiduría: de una profunda nobleza y escueta sincerdidad. Basta oír La Flauta Mágica, leerla una sola vez, para captar sus prolongaciones, su profunda seriedad y también hasta qué punto el arte musical de Mozart se ha convertido en una verdadera summa de estilos. El personaje de Sarastro parece surgido de la ópera de Gluk y al Reian de la Noche de la ópera seria, con Papageno y Papagena oímos canciones populares vienesas, apenas estilizadas, con una ligera chispa del espíritu cómico italiano, mientras que Tamino y Pamina unen el bel canto italiano y la simplicidad melódica del lied alemán. Idéntica diversidad estilística se registran en la sucesión de cuadros de la obra, que hacen recorrer toda la gama de formas dramáticas, desde la breve aria estrófica a las estructuras más complejas.