Juan Diego Botto | actor y escritor
«A Lorca se le acusó de las mismas cosas con las que ataca hoy la extrema derecha»
Juan Diego Botto (Buenos Aires. 1975) continúa la gira con su obra Una noche sin luna que, bajo la dirección de Sergio Peris Mencheta, que llegará a Madrid en el mes de junio. El actor y dramaturgo presenta a un Lorca que habla desde una sensibilidad del siglo XXI, que transita desde su tiempo al momento y a la realidad actual y acerca a aspectos menos conocidos de la vida y obra del poeta, desde sus amores a las críticas del público a Yerma o su relación con la prensa. En León se estrenó con el aforo reducido del Auditorio al completo.
—Parece obvio preguntar a un dramaturgo por qué escribir sobre Lorca. Aún así. ¿Hubo un motivo especial?
—A Lorca me lo encontré. Iba a hacer un recital con fragmentos de sus poemas y fue ahí, leyendo su vida, que de repente sentí que había algo como un juego de espejos, un hueco en su vida que habla de la realidad de hoy. Lorca nos está hablando de ahora. Quien ve la obra se da cuenta de que hay paralelismos sorprendentes. Al principio estaba orgulloso de haber escrito algo distinto a mi teatro habitual, pero me di cuenta enseguida de que la obra habla de desaparecidos y de memoria, de lo que tanto había escrito antes. Me encontré con que al final no se puede uno escapar de sí mismo.
—Es la parte que menos se habla de Lorca. De su condición de desaparecido.
—Lorca es una figura imprescindible, el símbolo más doloroso de la historia de los desaparecidos. El más famoso de los desaparecidos de nuestro país, a los que sus familiares no han podido darles una sepultura. En Granada no hay una tumba de Lorca.
—La familia de Lorca no ha parecido muy interesada, incluso ha rechazado buscar sus restos.
—Se sabe con certeza que fue fusilado con un maestro llamado Dióscoro Galindo, que es fácil de rastrear porque tenía una cojera que se podría rastrear fácilmente. Recuerdo que cuando fuimos a Granada con la obra nos íbamos a acercar a Viznar -donde se cree que está enterrado Lorca en una fosa común- y alguien comentó: Ahí está mi abuelo. En esa cuneta se estima que puede haber 2.000 asesinados. Nos lo encontraríamos si buscáramos. El pasado verano estuve en Villadangos con mi mujer y hay muchos familiares buscando los restos de fusilados.
—Está haciendo la gira de Una noche sin luna a la inversa de cómo se suele hacer. Primero en las provincias y el estreno en Madrid en junio. ¿Ha sido intencionado? ¿Es una forma de resistirse a la centralidad de Madrid?
—Fue una combinación de factores. Me siento más cómodo haciéndolo así. Es verdad que hay algo en nuestro oficio donde casi lo único que importa es triunfar en Madrid o Barcelona y a las giras de provincias a veces no van los primeros actores. En mi caso hacía muchos años que no hacía teatro y lo único que recordaba y anhelaba era la gira. Viajar contando tu historia. La centralidad sigue estando ahí. Lo que ocurre en Madrid informativamente parece que ocurre en toda España. Espero que termine por caerse. No tiene sentido.
—¿Esta gira de provincias a la capital es una forma de seguir el espíritu de La Barraca lorquiana?
—Ellos hicieron algo muchísimo más valiente, con coraje e imaginación. No se ha vuelto a repetir lo mucho que se hizo con La Barraca y las Misiones Pedagógicas. Culturalmente fue muy ambicioso. Hoy sabemos que Lorca es el dramaturgo más importante de España junto con Valle Inclán. Con La Barraca era una estrella emergente y decidió subirse a una furgoneta y recorrer los pueblos de España para llevarles adaptaciones de los clásicos. Fue un enorme compromiso con la cultura que hoy en día no sé si seríamos capaces de repetir. Lejos de la imagen apolítica y de frivolidad, en Lorca hay un apego a la realidad de su época.
—¿Hay tomar postura, como hizo Lorca frente a lo que se llama ser neutral?
—Lorca apoyó a la II República y al Frente Popular en 1936. Él mismo dijo meses antes de que lo asesinaran: «Si ganan ya podemos despedirnos de nuestra España. Nos echarán si no nos matan antes». Frente al fascismo no cabe neutralidad y equidistancia. Lo opuesto al fascismo son los derechos humanos y los derechos humanos no son debatibles, no es otra ideología. Frente al fascismo solo cabe oponerse.
—Están en auge movimientos populistas de corte neofascista. ¿Existe ese compromiso lorquiano en nuestra sociedad?
—Estamos muy lejos de hacerlo y decir que hay una inmensa responsabilidad de parte de los medios de comunicación es decir poco. No se trata solo de periodistas, sino de la propiedad. Los grandes empresarios no piensan que allanan el terreno al fascismo ni lo hacen con esa intención pero de facto lo frivolizan por otros intereses. Se da carta de normalidad a cosas que no son normales. Son días oscuros, sin luna. Esto me lo encontré en Lorca y me parece una metáfora increíble… una metáfora de la oscuridad sobre el día de su muerte y todo lo que significa aquel tiempo.
—Lorca estuvo en León en dos ocasiones y de la última, en 1935, un año antes de su asesinato, hay una entrevista, de la que se puede desprender una apariencia de frivolidad.
—En aquellos tiempos no se imaginaba que eso lo iba a leer nadie más allá de León. He leído casi todas las entrevistas que le hicieron porque están publicadas y recula cuando tiene críticas, pero lo cierto es que él, con otros nombres muy relevantes, como Alberti y María Teresa León, firma el manifiesto a favor del Frente Popular. Eso es de gran coraje. Si en el momento de mayor crítica a Podemos yo firmara un manifiesto de apoyo sé que me estoy exponiendo a que me destrocen.
—¿Por qué decide incorporar a una especie de abogado del diablo frente a Lorca en la obra?
—Las cosas que se atacaban del teatro de Lorca son las mismas cosas que se dicen hoy desde ciertos sectores que manipulan y crucifican a alguien. Se le acusaba de adoctrinar en la homosexualidad, estaba mal visto por el rol que daba a la mujer: Yerma sentó fatal porque es una mujer que buscaba su deseo; el españolismo ante su apoyo a la lengua catalana… Son las mismas cosas que sirven de batalla a la extrema derecha hoy: el pin parental, la lucha contra el feminismo, si no te gusta España, vete… está en la vida y en la obra de Lorca.
Botto dedicó la función a Santos Francisco, el bisabuelo de Olga Rodríguez, maestro herrador de Mansilla de las Mulas que fue detenido, encarcelado en San Marcos y paseado en Villadangos en octubre de 1936. Lo hizo en los bises, señalando el parador de San Marcos, de donde fue sacado el hombre junto con otros prisioneros para ser ejecutado. Era una promesa que cumplió.