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Cultura

Los tajos suben al cielo cultural

La cuenca minera de Fabero  ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de conjunto etnológico, la primera de la Comunidad reconocida con este figura, que había sido aprobada por la Junta de Castilla y León el pasado 22 de abril.

Imagen del estado actual de la gran corta de Fabero

Publicado por
EFE

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La cuenca minera de Fabero  ha sido declarada Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de conjunto etnológico, la primera de la Comunidad reconocida con este figura, que había sido aprobada por la Junta de Castilla y León el pasado 22 de abril.

La Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León había abierto en junio del pasado año el plazo para presentar alegaciones después de que el expediente inicial se incoara en 2019.

En concreto se delimitan como BIC seis enclaves, Pozo Viejo, cuyo economato se ha reparado con una dotación de 14.000 euros invertidos por la Junta; Pozo Julia, que ya está destinado a las visitas turísticas, Mina Alicia, Mina Negrín, las viviendas del poblado de Diego Pérez y las líneas de baldes.

El Pozo Viejo, situado en Lillo del Bierzo, funcionó desde principios del XX hasta mediados de este siglo y su cierre coincidió con la apertura del Pozo Julia, en los años cincuenta, cerca de la población de Fabero, de 275 metros de profundidad en tres plantas, de extracción vertical y bien conservado con elementos distintivos de la arquitectura minera como un castillete.

Edificios de lampistería, vestuarios, almacenes, botiquines, garajes, economatos, sistemas de arrastre, cadenas elevadoras, tolvas, así como zonas para el lavado y decantación del mineral, son algunos de los espacios que aún se conservan junto a estos pozos y minas que, con el progresivo abandono de la minería del carbón, han cerrado.

Los cuarteles de Domingo Pérez son los albergues o viviendas que acogían a los trabajadores que en oleadas llegaron a la zona de Fabero, de gran industrialización en los años cuarenta y cincuenta, en busca de un empleo durante la posguerra.

Todo ello son vestigios de una actividad productiva y un proceso tecnológico fuertemente caracterizados y ya hoy desaparecidos, observables en un territorio delimitado: el municipio de Fabero y su núcleo industrial y urbano, señala el texto de la resolución publicada en el Boletín Oficial de Castilla y León (BOCyL).

El proceso que ahora ha desembocado en la declaración de BIC d esta cuenca minera arrancó en 2007 cuando el entonces subdirector general del Instituto del Patrimonio Histórico Español (IPHE), Álvaro Martínez-Novillo, se la reclamó a la Junta de Castilla y León.

Esta organismo destacaba que la actividad minera de carbón, con numerosas empresas y explotaciones a cielo abierto ya cerradas, ha configurado un territorio desde el punto de vista del paisaje, de la arquitectura e implantación social muy relevante y que es necesario proteger.