Adiós al genio de las vanguardias
Cristóbal Halffter, su última partida de ajedrez
El genio, uno de los compositores más destacados de la Generación del 51, falleció ayer en Villafranca del Bierzo a los 91 años. Lega el compromiso con la idea de una música contemporánea europea y la reintroducción de la música española en el ámbito de la creación contemporánea
Cristóbal Halffter jugó en la madrugada de ayer su última partida de ajedrez. Fue la novela de Stefan Zweig la que le dio el pie para componer su última ópera, una vanguardista y asombrosa obra musical en la que, de nuevo, rindió homenaje a un perdedor. Cristóbal Halffter interpretó el ‘noble juego’ de la vida con maestría. De vocación germana, demostró —mucho antes de la irrupción de internet— que la creación no atiende a escenarios y desde su paraíso de Villafranca del Bierzo levantó obras magistrales que fueron interpretadas en las grandes salas de todo el mundo. Ayer, el parnaso de la cultura celebraba su paso por el mundo y la herencia que ha dejado. El premio Cervantes Antonio Gamoneda aclaraba desde su residencia de Sierra Pambley que la noticia no le había sorprendido. «Tras la muerte ed su mujer, sufrió un decaimiento, tanto en su salud como desde el punto de vista de su impulso creador». El poeta, que le califica como uno de los «máximos compositores de la música española», subraya su compromiso con la «conciencia de la música», como desmostró en las jornadas de composición de Villafranca. ««La pérdida de uno de los creadores más significativos procura honda tristeza», lamenta el autor de Arden las pérdidas, que asegura que, si bien no tuvo una amistad frecuente, sí gozó de una estimable relación colaboradora».
Nacido en Madrid el 24 de marzo de 1930, era sobrino de los compositores Rodolfo y Ernesto Halffter. La guerra civil obligóa su familia a huir a Alemania, de donde no regresó hasta el fin de la contienda. En Madrid comenzó sus estudios de música por libre.
Tras graduarse en el Real Conservatorio de Música de Madrid, donde estudió con Conrado del Campo, ganó por oposición la Cátedra de Composición y Formas Musicales en 1961 y, dos años después, fue nombrado director del Real Conservatorio. Hijo del también director de orquesta Pedro Halffter, con él desparece uno de los más notables representantes de la llamada Generación del 51, la de Luis de Pablo, Manuel Moreno-Buendía o Antón García Abril, fallecido también este mismo año en el mes de marzo.
Modernidad
«Se empeñó en romper la estética nacionalista e introducir la modernidad en la música»
Desde el principio se empeñó en romper la estética nacionalista imperante hasta entonces e introducir la modernidad en la música, en línea con las demás vanguardias artísticas y apostando en sus orígenes por la música atonal. Suya fue una de las dos obras que en 1959 marcaron el futuro y empuje de sus tesis, Sonata de Barce, Sonata para violín solo , caracterizada ya por un uso concienzudo del serialismo.
Su pasión por la música le llevó a trasladarse a Berlín. Fue en 1967. Por entonces ya había renunciado a todos sus cargos. Un año después compondría la cantata Yes, Speak Out , que le encargó las Naciones Unidas, con motivo del XX aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Fue estrenada en la Asamblea General de Nueva York.
Pero su carrera ya tenía una dilatada trayectoria. De hecho, sus primeros estrenos tuvieron lugar en 1951 y en 1952 demostró sus dotes como director de orquesta.
Amante de la libertad
Nunca se plegó a las convenciones, ni sociales, ni políticas ni artísticas y en los únicos momentos en los que demostraba fragilidad correspondían a los previos a que se levantara el telón, que vivía como «una señora antes del parto». «El momento del estreno es el de la confrontación de la realidad con la imaginación, la ocasión de vivir el espacio mágico, aunque uno ya imagina cómo es aquello que ha creado», explicaba.
En las más de cien obras que compuso en su carrera, como Fanfarria para la paz , afirmaba que no existía «ningún compromiso político ni social, sino humano y humanista. «Y eso es así porque creo profundamente en el ser humano por encima de todo», precisaba.
Cervantino
«En una época de falsos nacionalismos, es necesario revisar la obra de Cervantes»
Amante de la obra de Cervantes, Dalí, Machado o los fandangos del padre Antonio Soler, solía decir que nuestros oídos se habían acostumbrado a la «vulgaridad» en la música impuesta por los medios de comunicación. «Me quedo con la poesía de Machado, no necesito de la música de Serrat», llegó a comentar al respecto. Cristóbal Halffter nunca tuvo empacho en demostrar que la erudicción marcaba la diferencia en un mundo determinado por la vulgaridad: «Estamos viviendo momentos históricos de la más grave trascendencia, en los que se fomenta la banalidad, lo mediocre, se premia lo que gusta a las masas, a las que previamente hemos convencido para que les guste lo que luego les vamos a dar», argumentaba este defensor del libro por encima de todas las cosas.
Y, a pesar de su formación germana, aseguraba que su obra sera «muy española», pero alejada del cliché que desde fuera se tenía de ello, es decir, «de la tarjeta postal» de Maurice Ravel o de «la Carmen, lo torero, la flaca y las castañuelas».
«En una época de falsos y terribles nacionalismos, es absolutamente necesario volver a revisar los riquísimos matices de la obra de Cervantes», argumentó cuando bajo ese supuesto alumbró su primera ópera, Don Quijote , inspirada en la más famosa de las novelas.
Fue en el año 2000, cuando el grueso de su carrera ya estaba escrito, y si tardó tanto en adentrarse en este género fue porque le costó encontrar la materia adecuada para ello, pero fue un éxito que le ratificó en los motivos por los que la había elegido: «Reivindicar una vez más la utopía para la sociedad actual, una utopía que no esté basada solamente en bienes materiales»
Entre sus composiciones más relevantes figuran Elegías a la muerte de tres poetas españoles (1974-1975), dedicada a Antonio Machado, Miguel Hernández y García Lorca; Tres poemas de la lírica española para barítono y orquesta (1986); o Mural sonante (1993), que muestran constantes referencias a la cultura española.
En 2018 compuso una obra en memoria del pequeño Gabriel Ruiz, El Pescaíto, que desapareció y murió en Almería. Por toda su obra, en junio de 2014, el compositor recibió en la ciudad alemana de Kiel el premio Kulturpreis 2014, que se otorga cada dos años y fue la primera vez que lo obtenía un músico español.