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Adiós a un músico universal

Uribes: «Cristóbal Halffter es uno de nuestros grandes»

SEPELIO. Las nuevas vidrieras de la Colegiata de Villafranca iluminan el funeral por el compositor afincado en el Bierzo en una ceremonia que trajo a la comarca al ministro de Cultura y Deportes.

El funeral tuvo lugar en la Colegiata de Villafranca. L. DE LA MATA

Ponferrada

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«Hemos venido a despedir a un maestro de la música», le decía el ministro de Cultura y Deporte José Manuel Rodríguez Uribes a los periodistas que aguardaban en la terraza del castillo de Villafranca del Bierzo el momento del traslado de los restos del compositor y director de orquesta Cristóbal Halffter a la Colegiata de la localidad donde se iba a oficiar su funeral. Coronas de flores blancas y rojas, algunas con un sobrio tono azulado, o anaranjado, y llegadas de rincones tan alejados como Mónaco (Fundación Príncipe Pierre y la princesa de Hanovre), recibían ayer a quienes todavía se acercaban, minutos antes del sepelio fijado para las siete de la tarde, a la capilla ardiente instalada en un lugar que ha sido hasta el último momento la morada del compositor, viudo de la pianista Marita Caro, descendiente del linaje de los condes de Peña Ramiro. Y junto a Uribes, recibido por el hijo mayor del difunto, Alonso Halffter, y sus nietos Cristóbal y Cayetano, la terraza de cantos rodados por la que se accede a la zona residencial del castillo acogía a esa hora a una serie de representantes institucionales que iban desde el viceconsejero de Cultura de la Junta de Castilla y León, Raúl Fernández Sobrino, el presidente de la Diputación de León, Eduardo Morán y el presidente del Consejo del Bierzo, Gerardo Álvarez Courel, sin olviar al alcalde de Villafranca del Bierzo, José Manuel Pereira, entre otros regidores y parlamentarios de la provincia que acudieron a dar el pésame.

«Queremos despedirle como se merece, honrar su memoria y recordarle», declaraba el ministro en nombre del Gobierno de España y portavoz de todos ellos, antes de adelantar que ya ha hablado con Pedro Halffter, el hijo menor del compositor que sigue los pasos de su padre, «para pensar cómo proyectar su memoria hacia el futuro. Es uno de nuestros grandes».

Tan grande que la música ha calado en la siguiente generación la de sus hijos Pedro y María, y quizá también en alguno de sus nietos. «Es un genio», decía Alonso Halffter, piloto de avión, de su sobrino Cayetano, todavía en la terraza del castillo mientras descendía el sol y aprovechaba la presencia de los periodistas que le pedían unas palabras para darle las gracias a los vecinos de Villafranca del Bierzo porque «le han devuelto» a la famlia Halffter «todo el esfuerzo que mis padres han hecho por esta tierra».

El funeral tuvo lugar en la Colegiata de Villafranca. L. DE LA MATA

Y la tierra estaba ayer espléndida. Lo demostraba la luz que tamizaban las nuevas vidrieras de la Colegiata—la última con una escena de la Pasión recién instalada en la misma pared donde se apoya el Cristo de la Misericordia— en el momento en que las puertas del templo se abrieron para acoger el féretro del compositor nacido en Madrid, de familia alemana y andaluza y vinculado al Bierzo desde su matrimonio con la heredera del conde de Peña Ramiro. «Solo falta una vidriera por colocar, aquella que aún deja pasar la luz blanca», explicaba en susurros una de las asistentes al sepelio.

Las voces de la coral de San Valentín — «las puertas de la nueva ciudad se abren para ti», cantaban en buena armonía— cedieron la palabra al obispo de Astorga, bajo las vidrieras más antiguas, las que firmó Norberto Beberide para el altar del templo. Frente al órgano de la Colegiata, la intérprete Julia Ammerman también se preparaba para honrar a su maestro con el Tiento del compositor del siglo de Oro Antonio de Cabezón, en el que Halffter se inspiró para su Tiento del primer tono y batalla imperial, otro ejemplo de cómo la vanguardia musical en la obra del compositor también crece desde las raíces en la tradición. Un Tiento el de Halffter compuesto para orquesta que ayer obligaba a la joven Ammerman a optar por la pieza más antigua para tocar el órgano de la Colegiata. «Él siempre tocaba la batalla», reconocía. Demasiado alegre para una despedida.

Y en el coro de la iglesia afinaban dos violines, un violonchelo y una viola el cuarteto de cuerda formado por los profesores del Conservatorio de Ponferrada que lleva el nombre del compositor, Daniel Bombín, Raúl Hucha, Neumenio Núñez y Laura Núñez. Piezas de Arvo Pärt, de Haëndel y de Bach. Tampoco ninguna de Halffter. «O componía para un solista o para 85 músicos de una orquesta», aseguraba Bombín, aunque parezca una paradoja, para explicar porque la obra del gran renovador de la música clásica española, que ya descansa junto a su esposa, no tenía hueco en su funeral.

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