Obituario
Adiós al último de la saga leonesa Exakta
Fallece a los 87 años Manuel Martín Martínez, fotógrafo
Nunca colgó la cámara. Manuel Martín Martínez, el último de la saga leonesa Exakta, ha fallecido a los 87 años. Había estudiado en la Escuela de Comercio, pero desde niño sintió fascinación por las misteriosas lentes, cuerpos y focos con los que trabajaba su padre, uno de los pioneros de la fotografía en León, primero en la Gafa de Oro y, más tarde, en su propio negocio, Exakta. Manuel Martín aprendió el oficio de su padre, pero pronto se inclinó por una fotografía más artística. Llegó a hacer más de 150.000 fotos en su vida. De toda su carrera, destacaría una foto que «es la favorita del escritor Luis Mateo Díez», recordaba, un dramático entierro de un hombre en la nieve en Soto de Sajambre; y también, la de un pescador en la Candamia.
Por el estudio de Foto Exakta, en la calle Ancha, pasó todo el que tenía algún interés por la fotografía —aficionado o profesional—. Cuando hace diez años la Dirección General del Libro, a cuya cabeza estaba el leonés Rogelio Blanco, adquiría por 135.000 euros los archivos fotográficos de Manuel Martín de la Madrid y Manuel Martín Martínez, algunos historiadores respiraron. Se había salvado el archivo de Exakta, con las impactantes imágenes de la guerra civil y la posguerra, entre otras joyas.
El Ministerio de Cultura que entonces presidía la directora de cine Ángeles González Sinde prometió organizar una exposición sobre Martín padre, otra sobre su hijo, además de editar un libro con la historia y fotografías más relevantes de cada uno. Pero lo cierto es que las fotografías «no han servido para nada a nadie, porque las metieron en un sótano», contaba con amargura Manuel Martín, a quien le habría gustado que se dieran a conocer estos fondos.
En compensación, el Instituto Leonés de Cultura (ILC) organizó hace dos años una exposición con un centenar de instantáneas —todas en blanco y negro— de la saga Martín, seleccionadas por el director de exposiciones del ILC, Luis García, y el editor Héctor Escobar, con quien Martín publicó en 2016 Tiempo y luz , un libro que reunía sus mejores imágenes. «Para mí, siempre es antes la luz que el propio tema», confesaba. «La realidad es que yo necesitaba hacer esas fotos, y necesitaba transmitir mis sentimientos. Y, desde luego, denunciar las carencias por las que atravesaba la gente humilde». La mítica revista Claraboya utilizó algunas de sus imágenes como portada.
Martín no solo creó escuela en el ámbito de la fotografía, sino que era un apasionado de la música y, por eso, un día se enroló en la Ciudad de los Muchachos, la del arquitecto leonés Alberto Múñiz, Tío Alberto. Durante las décadas de los setenta y ochenta impartió en ella clases de Música y Formación Estética y fundó una filial colombiana de la Ciudad de los Muchachos, con un importante coro anexo que acabaría desembocando en la Schola Cantorum de León.
«Es cierto que durante ese tiempo abandoné algo la fotografía, puesto que tenía que dedicarme a una obra social compleja que me absorbía mucho tiempo». Admitía que fue «una etapa muy enriquecedora en la que también ideé y elaboré esos montajes de ‘música-visión’ que era como aunar mis dos pasiones artísticas en una sola».