Literatura
Españolas en el infierno de Ravensbrück
«Las mujeres fueron ninguneadas como víctimas del Holocausto», afirma la autora Mónica G. Alvarez, que rescata esa historia en ‘Noche y niebla en los campos nazis’
Entre las 132.000 mujeres de 40 países que los nazis enviaron al infierno del campo de concentración femenino de Ravensbrück hubo al menos 400 españolas. La mayoría murió allí. Otras, en los distintos campos de exterminio a los que fueron enviadas. Hubo un puñado de supervivientes cuya memoria rescata Mónica González Noche y niebla en los campos nazis (Espasa). Son víctimas de la barbarie «olvidadas en España y ninguneadas como víctimas del Holocausto», lamenta la autora.
«Son la punta del iceberg», señala la escritora, que cuenta cómo la mayoría fue remitida a campos de la muerte como Saarbrücken, Bergen-Belsen o Mauthausen. Diez de sus once historias de supervivencia comienzan en Ravensbrück y la última, la de Violeta Friedman, —«casi española por su vinculación con nuestro país»— en Auschwitz.
Casi todas fueron comunistas detenidas por sus ideales tras batallar en la Guerra Civil española. «Refugiadas en Francia, la invasión nazi las convirtió en luchadoras de la resistencia», explica la autora, que ha buceado en sus vidas durante dos años. Fueron capturadas por la Gestapo y enviadas a Ravensbrück, 90 kilómetros al norte de Berlín y conocido como ‘El puente de cuervos’, «donde sufrieron la violencia de los SS y las guardianas nazis y las despojaron de su identidad».
Cada capítulo se dedica a una superviviente: la gijonesa Olvido Fanjul Camín; las zaragozanas Elisa Garrido Gracia y Alfonsina Bueno Vela; la tarraconense Neus Català Pallejà; la murciana Braulia Cánovas Mulero; la francesa de origen turolense Elisa Ricol López; la madrileña Constanza Martínez Prieto; la barcelonesa Mercedes Núñez Targa; la ilerdense Conchita Grangé Beleta; la bilbaína Lola García Echevarrieta, y la transilvana de origen judío Violeta Friedman.
«Fueron grandes luchadoras por la libertad de todos, contra el fascismo, el nazismo y la injusticia que ellas sufrieron y que todos podemos sufrir en cualquier momento» asegura la autora. «Eran altruistas y estaban dispuestas a pagar con sus vidas. Son unas heroínas», resume. Lejos de amilanarse ante las torturas, «se rebelaron contra el totalitarismo» y una vez libres «la mayoría dedicó su vida a alzar la voz para que nadie olvidase la tragedia del Holocausto», dice la escritora.
El título parte de una terrible catalogación, la NN de noche y niebla, el decreto hitleriano Nacht und Nebel de 1941 «nombre poéticamente macabro en el que la noche alude a la muerte y la niebla al humo grisáceo de los crematorios». «Los nazis catalogaban así a los presos desahuciados y suponía un muerte segura», dice la autora sobre la doble ene que adjudicaron a Alfonsina Bueno y Lola García Echevarrieta. «Era un estatus letal. Suponía la cámara de gas de la que ambas escaparon».
Víctimas dobles
«Las mujeres sufrieron más que los hombres el horror nazi. Fueron ninguneadas en la guerra, en la resistencia y como víctimas del Holocausto», lamenta la autora. «Las violaron, les arrebataron a sus hijos para asesinarlos, a miles las vaciaron, y a algunas les inocularon semen de chimpancé», apunta. «Se habla siempre de los deportados españoles y muy poco de unas mujeres cuya lucha fue imprescindible para que los demás subsistieran».
Unas mujeres «doblemente victimizadas, que padecieron hambre, enfermedades y el rigor del trabajo extenuante, abortos y terribles experimentos médicos para esterilizarlas, como le pasó a Alfonsina Bueno».
La autora viajó a Ravensbrück y su dolorosa investigación tuvo para ella un alto coste. Tanto, que casi tira la toalla. «La emoción me pudo y tuve que parar. Son historias terribles que vivieron personas reales, y cuando sus familias te cuentan cómo sufrieron se te rompe el alma», explica la también autora de Guardianas nazis. El lado femenino del mal (2012); Las caras del mal (2015), y Amor y horror nazi. Historias reales en los campos de concentración (2018).
Casi 80 años después, no cree que estemos a salvo de la barbarie. «Cuando desaparezca el odio, la intolerancia, la injusticia, la discriminación, el racismo, la homofobia y todo lo que nos separa quizá podamos librarnos. Si no somos capaces de ser justos, tolerantes, apoyar la diversidad y la igualdad, repetiremos los errores. Mientras se insufle odio hay riesgo, y el germen sigue ahí», lamenta.