Literatura
Donna Leon desentraña el tráfico de personas
La escritora italiana, que tiene ascendencia leonesa, batalla contra la injusticia en su nuevo libro, ‘Esclavos del deseo’
«Soy una vieja cascarrabias a la que le sigue sublevando la injusticia, como a Brunetti». Así se presenta Donna Leon (Montclair, Nueva Jersey, 78 años) la escritora seducida por Venecia que lleva tres décadas y treinta libros batallando contra la injusticia a través de Guido Brunetti, su escéptico y cínico comisario de la ciudad de los canales. Una Venecia que Leon abandonó para instalarse en un pueblecito suizo. «Un paraíso con 350 almas y 350 vacas», dice la autora de Esclavos del deseo (Seix Barral), la trigésima novela de la saga en la que desenmascara de nuevo a las mafias que trafican con personas y que conecta con Nápoles.
«Me sigue gustando Brunetti. No hay amenaza de divorcio. Me ha divertido tanto escribir este libro como el primero. Mientras disfrute así, seguiremos unidos. Es pura suerte que llevemos juntos treinta años y espero algunos más», dice del aún feliz ‘matrimonio’ con su comisario. Un policía descreído, culto y sentimental, casado con una aristócrata, que evolucionó hacia un ecologismo moderado, como la autora, sin perder su pasión por los clásicos, la familia y la buena mesa. «Empecé cada uno de mis libros sin saber qué iba a ocurrir. Me he limitado a seguir mi instinto y parece que no ha ido mal», se ufana desde su casa suiza esta veterana dama del crimen, una melómana que inició su exitosa carrera en el ‘noir’ con Muerte en la Fenice en 1992, y preocupada por los abusos de poder, la misoginia, la homofobia o el maltrato al planeta. Como Brunetti, Donna Leon detesta a los acosadores. «No me gustan los que se aprovechan de los débiles mediante abusos físicos, económicos, laborales o políticos. El abuso de poder me saca de quicio, como a Brunetti y por eso él asume las investigaciones cuando alguien sufre una injusticia», explica su creadora. Como hiciera en su cuarta novela hace 26 años, aborda el drama del tráfico de personas y la explotación sexual que se ceba con mujeres sin derechos ni papeles. «No se ha hecho nada por poner fin a este drama a lo largo de tres décadas. Ahora se importan muchas más mujeres como esclavas sexuales y este libro es una nueva alerta. Es como si la policía estuviera de vacaciones porque las víctimas son mujeres», dice advirtiendo que la misión del escritor «es contar, no denunciar». «Se trata de mostrar al lector lo que hay para que saque sus propias conclusiones». Lamenta Donna Leon —que eligió de apellido la tierra en la que nació su abuelo paterno (aunque sin tilde)— que en estos años los malos se hayan sofisticado, enriquecido y empoderado. «Los mafiosos hoy son empresarios con hijos que estudian en las mejores escuelas de negocios de Londres o Zúrich, o trabajan en un banco de Nueva York», describe.