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Publicado por
C. F. A.
León

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Avelino Fierro permite al lector inmiscuirse en cómo es la vida cuando la compartes con Epicuro y lo hace a través de un casi etéreo manual para visitar el Museo del Prado. El autor disecciona a Rembrandt, a Velázquez, a Picasso, y lo hace de la única manera que tenemos para hablar de los demás: hacerlo de nosotros mismos. El fiscal no sólo cuenta con palabras. También nos deja la huella de lo vivido a través de sus dibujos. En esta de las Meninas de Picasso ha dejado su bolígrafo en tres dimensiones sobre el lienzo, supongo que en un intento de darle la mano al genio, su «artista moderno preferido», dice: «Releo estas últimas notas en casa ya, al atardecer. La habitación de los libros queda en penumbra. Enciendo el flexo. Me he puesto a mirar láminas en algunos libros de arte. En las paredes, entre os libros, están las reproducciones de Giacometti y de Sean Scully, una foto de Pound en la Venecia inundada, grabados de Plensa, Gaya, Miguel Galano y M.A. Campano, otro representandoa Rilke, algunos dibujos míos, una foto con Cecilia en Palermo en la Vía Grimaldi, otra de ahce mil años en el Père Lachaise con Menchero y Mar, una con nueve años en la escuela de doña Donata, un cuadro pequeñito de Emiliano que parece un Nonell. Y un pequeño reproductor en el que ahora voy a poner muy bajito el Mephisto Waltz de F. Liszt» (...) Así son las paredes de mi museo de todos los días, mi Prado particular»