«Muchos testigos han tenido encuentros con fantasmas»
El reportero de ‘Cuarto Milenio’ publica sus experiencias en ‘Los intrusos’
Un viejo hotel enclavado en las Montañas Rocosas sirvió de inspiración para la mente magistral de Stephen King. Tras pasar allí varios días, surgió en su cerebro el chispazo de la creación para escribir El Resplandor. Y sucedió porque King caminó por los pasillos solitarios, por la recepción vacía, por el comedor oscuro... «Ese edificio le habló. Y el escritor hizo su magia», sostiene el periodista Javier Pérez Campos (Ciudad Real, 1989), que cuenta esa y otras historias de viejos edificios que esconden secretos en Los Intrusos (Planeta), un libro en que el autor se adentra literalmente en inmuebles con misterio. Pérez Campos, reportero de Cuarto Milenio ha recorrido España pasando la noche en hoteles encantados, en casas entre cuyas paredes se cometieron crímenes atroces, en castillos donde un piano que nadie toca rompe el silencio de madrugada...
—Estará encantado con la cantidad de castillos que hay en España...
—Los castillos siempre han tenido conexión con las historias de fantasmas. Son escenarios que se prestan a ello. Pero, además, son muchos los testigos que han tenido encuentros en estos lugares. En el castillo de Niebla, en Huelva, se habla de una mujer que se aparece con vestidos vaporosos en el patio de armas, mientras suena un piano. Y en muchos de estos lugares han aparecido huesos, esqueletos y enterramientos. Los intrusos está lleno de fotografías y documentos que prueban que en estos escenarios se han producido crímenes o fueron cementerios.
—¿Ha sentido miedo documentándose para el libro?
—Habitualmente no, pero en casos puntuales sí y lo cuento en el libro. En el cuartel militar de Cerler, en el Pirineo aragonés, donde muchos soldados hablan de fenómenos extraños tras la muerte de varios militares en un accidente producido durante unas maniobras. Los cadáveres fueron llevados al refugio y muchos afirmaron que desde entonces, algunas noches, oían subir a un batallón de soldados de alta montaña.
He entrevistado a testigos que afirman haber escuchado los pasos de las pesadas botas subiendo la escalera, o golpes en las taquillas de madrugada, o que, incluso, han visto materializarse una figura humana, para luego volver a desaparecer. Dormir en ese cuartel vacío fue toda una experiencia.
—De todos los sitios donde ha estado, ¿hay alguno al que no volvería?
—Al número 3 de la calle Antonio Grilo, en Madrid. Es un edificio con fama de maldito, por la cantidad de crímenes que se han producido. Conseguimos permiso para pasar allí una noche, concretamente en el piso donde un sastre había masacrado salvajemente a toda su familia en 1962. Y fue muy impactante. La casa no había sido reformada, estaba tal y como debía estar cuando se produjo el crimen. Durante toda la investigación teníamos una sensación opresiva. Abrimos las ventanas para ventilar, pero allí no corría el aire.
—¿Qué inmueble le impresionó?
—Un palacete en Jerez de la Frontera, donde decían que se aparecía una niña fantasma. Casualmente, en la última planta había una foto de una niña, de principios del siglo XX, que resultó ser la hermana del padre del actual propietario. Había muerto poco tiempo después de tomarse esa foto. Al abrir el marco en busca de información, encontré un mechón de pelo rubio. Debía ser de la misma niña que aparecía en la foto..