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Un monumento bajo tierra

Un plan para dejar dos metros más alta la muralla

La muralla que discurre por Era del Moro estuvo tapada durante décadas por una tapia, cuyo derribo ha descubierto una fortificación inédita. Los trabajos arqueológicos han sacado a la luz dos metros de muralla que estaban bajo tierra. El Ayuntamiento estudia ahora si es viable dejarla más alta.

En la imagen se ve la marca de la muralla que estaba enterrada y que ha emergido en Era del Moro. RAMIRO

León

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Bajo tierra hay más de dos metros sepultados de la muralla en Era del Moro, que acaban de emerger gracias a las excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo. Según fuentes municipales, el Ayuntamiento está estudiando la viabilidad de dejar visible este ‘zócalo’ hasta ahora estaba oculto. La muralla crece hasta los doce metros —los expertos no saben precisar la altura que tuvo originalmente—. Pero es preciso resolver problemas de drenaje y que este foso no se convierta en un futuro vertedero.

El caso de San Isidoro fue más fácil. La joya del románico es ahora 38 centímetros más alta, gracias a que en 2012 se rebajó el atrio para dejarlo al nivel de la plaza en la que se ubica la colegiata.

Las excavaciones aún no han concluido y pueden deparar más sorpresas. De momento, se han realizado cuatro catas de las seis previstas. Casi todas, de cubo a cubo. La primera, una cuadrícula de 65 metros cuadrados, fue la más fructífera. En ella aparecieron restos de un semisótano de una construcción adosada a la muralla, seguramente de finales del siglo XVIII o comienzos del XIX. Se trata de una escalera de piedra en muy buen estado, un muro en paralelo a la muralla y un depósito circular, cuya utilidad se desconoce aún.

El equipo de investigadores y arqueólogos, que dirige Fernando Muñoz, está analizando el uso original de este primer edificio documentado y si estuvo relacionado con el uso industrial del contiguo molino Sidrón. En las sucesivas prospecciones encontraron numerosos restos cerámicos de los siglos XVI y XVII, pero ninguna estructura.

Muchas incógnitas

En cualquier caso, las excavaciones son interesantes porque pueden ayudar a datar cronológicamente la muralla, sobre cuya antigüedad no se ponen de acuerdo los historiadores. La actuación en este tramo de Era del Moro ha sido intensa, ya que es uno de los puntos negros de la fortificación, se hallaba muy deteriorado y hacía siglos que no se había tocado.

Tras desbrozar el solar, rehabilitar la cortina situada entre los cubos N3 y N4, donde hubo varios desprendimientos en los últimos años, y una lectura de los muros, para analizar su estado de consolidación, se llevó a cabo la restauración de la cara exterior e interior del adarve, así como la cara externa del muro defensivo del castillo

La muralla, en cuya construcción se utilizaron entre otros materiales numerosas lápidas funerarias, guarda aún muchos secretos. Los estudiosos desconocen si era almenada y si las torres, como las de Lugo, llegaron a tener vanos o ventanas. Los arqueólogos sospechan que, probablemente, a lo largo de la calles Carreras y los Cubos el subsuelo podría ocultar una ‘franja’ de la muralla similar a la de Era del Moro.