Una ruina premeditada
El castillo de Alba no firma su salvación
Solo falta una firma, la del pedáneo, para salvar lo que queda del castillo más antiguo de León. Tiene una subvención concedida de 100.000 euros, pero el tiempo se agota. Ángel Suárez, presidente de la Junta Vecinal de Llanos de Alba, no cede. Su versión: que él no pidió la restauración, sino el ayuntamiento de La Robla.
Es un caso insólito. La mayoría de los monumentos agonizan por falta de presupuesto. No es este el problema del castillo de Alba, posiblemente el más antiguo de León. Tiene concedida una subvención de 80.000 euros del Instituto Leonés de Cultura (ILC) y otros 20.000 que aporta el Ayuntamiento de La Robla, pero falta la cesión de uso del monumento —ubicado en un paraje sin ninguna otra utilidad— para que comience la consolidación de las pocas ruinas que aún quedan de esta fortaleza del siglo IX. Una simple firma pondrá en marcha el proyecto de rehabilitación diseñado por la arquitecta Sofía de Pablo.
El plazo se agota y, sin la firma del pedáneo de Llanos de Alba, Ángel Suárez Suárez (Vox), el castillo seguirá abandonado y en peligro de perecer.
Situación de los restos
Suárez, que fue alcalde por el PP en La Robla hasta hace seis años, justifica su negativa a aceptar la subvención y las obras porque la Junta Vecinal no se acogió al ‘Proyecto R’ de la Diputación, un programa dotado con seis millones de euros para restaurar castillos, fortalezas, palacios, casonas o yacimientos en localidades leonesas de menos de 20.000 habitantes. Quien solicitó la ayuda fue el Ayuntamiento de La Robla —gobernado por el PSOE—, en el que Suárez es el único concejal de Vox.
«Nosotros tenemos una forma de actuar», dice Suárez, «y podemos pedir la subvención el año próximo. La solicitud se hizo mal, porque si la hubiese pedido la Junta Vecinal solo habría aportado el 10 por ciento de la restauración, y no el 20 por ciento que tiene que poner el Ayuntamiento». Es todo su argumentario, pero no explica por qué la Junta Vecinal no se apuntó al Proyecto R.
Subvención perdida
Aunque resulte inadmisible, no le importa perder una subvención ya concedida y dejar pasar la oportunidad de rescatar la fortaleza, principal atractivo de una localidad de apenas 400 habitantes.
Santiago Dorado, alcalde de La Robla, afirma que él mismo animó a la Junta Vecinal a que optara a la subvención provincial. «Nosotros nos encargábamos del proyecto y la Junta Vecinal solo tenía que aportar el 10 por ciento. Pero el pedáneo nos dio largas». Fue entonces cuando el Ayuntamiento se apuntó al Proyecto R.
Desde hace meses, verbalmente —y tres veces por escrito—, el alcalde ha intentado suscribir el acuerdo con la Junta Vecinal que permita salvar una fortaleza que fue clave en la formación del Reino de León. «Es una pena. No entiendo su postura», lamenta Dorado.
El Proyecto R no forma parte de los planes provinciales de la Diputación. De hecho, solo ha habido dos convocatorias de este tipo en los últimos cuatro años; y por primera vez las juntas vecinales han podido presentar solicitudes al Proyecto R, lo cual disminuye las probabilidades de lograr nuevamente una subvención el próximo ejercicio.
Abandonar el patrimonio
Pablo López Presa, diputado de Cultura, considera la decisión de Suárez «una irresponsabilidad, porque está obligado por la Ley de Patrimonio a preservarlo. Cuando hay dos administraciones dispuestas a realizar la inversión, que otros paguen por lo que él está obligado a hacer, me parece intolerable que deje pasar esta oportunidad. Él pudo haber pedido la ayuda y no lo hizo. La pregunta es por qué».
Las últimas ruinas
El castillo se ha ido desmoronando en los últimos siglos, pero si no se consolida, especialmente la muralla, pronto no quedarán huellas de la atalaya erigida por Alfonso III.
El proyecto diseñado por la arquitecta Sofía de Pablo propone reforzar el tramo de muralla de mayor interés: aquel situado junto a los cubos de acceso. También la senda que conduce al castillo, así como la apertura de un camino desde el foso interior hasta el baluarte. Además, colocarán señales para ayudar a los visitantes a interpretar el conjunto histórico.
El castillo de Alba, que es o Bien de Interés Cultural (BIC) en virtud de la declaración genérica sobre protección de los castillos españoles decretada el 22 de abril de 1949, debió estar formado por una muralla en la parte inferior —precedida por un antemuro— y por un baluarte en la parte superior. Además, los arqueólogos encargados de las excavaciones de 2001 apuntan la existencia de un foso al oeste, que apenas puede identificarse hoy en día, según explica la memoria del proyecto firmado por la arquitecta.
Informe demoledor
En su informe advierte de la falta de protección en las coronaciones y la pérdida casi completa del rejuntado de los paramentos verticales, lo que implica una alta vulnerabilidad de los muros frente a los agentes atmosféricos, ya que el viento y la lluvia pueden penetrar en las fábricas y continuar desprendiendo tramos de mampostería y argamasa. Por tanto, sin una actuación de consolidación el deterioro seguirá agravándose paulatinamente y causando una mayor pérdida patrimonial.
El diagnóstico no puede ser más desalentador. Con una simple firma las ruinas que aún se mantienen del castillo de Alba no habrían corrido la misma suerte que el resto de la fortificación.