Cuatro décadas de la llegada del Guernica: un apagón y años de negociación
Hace cuatro décadas, el Guernica iniciaba su vuelta a España en un camión que cruzaba Nueva York en el más absoluto de los secretos. Cuando salió, un corte de luz apagó los semáforos y generó un monumental atasco, convirtiéndose en la última anécdota de un largo proceso de negociaciones, con final feliz.
La operación Cuadro Grande, como se bautizó, se desarrolló entre el 9 y el 10 de septiembre de 1981, dos jornadas en las que la obra maestra de Picasso haría su último gran viaje convertido en un símbolo de reconciliación del país. «Todo se hizo en secreto, tenían mucho miedo (…) Con lo que había costado traerlo, imagina si le hubiera pasado algo», explica Genoveva Tusell García, historiadora y autora de «El Guernica recobrado» (Cátedra), que rastrea los pasos del cuadro hasta su llegada a España.
Secretismo
«Todo se hizo en secreto, tenían mucho miedo. Con lo que había costado traerlo, imagina si le hubiera pasado algo»
La historiadora es también hija de una de las figuras fundamentales en la vuelta del cuadro, Javier Tusell, director general de Bellas Artes de la época, y que encabezó las negociaciones junto al entonces ministro de Cultura, Íñigo Cavero. El 9 de septiembre, el MoMA cerró sus puertas en su horario habitual. Su director, Richard Oldenburg avisó en ese momento a los conservadores de que había que desmontar y empaquetar el cuadro. El exilio de la obra llegaba a su fin.
«Nadie estaba avisado», subraya Tusell. Le quitaron el bastidor y lo enrollaron, en un proceso que duró hasta la madrugada. A la mañana siguiente se firmó toda la documentación y dos camiones salieron escoltados por la policía metropolitana de Nueva York.