Arte
El alma de un mundo a punto de desaparecer
Pallarés expone hasta noviembre la exposición de Navia ‘Alma Tierra’
Una de las primeras imágenes del libro de José Manuel Navia es la de Sobrepuerto, las montañas del pirineo de Huesca que inmortalizó Julio Llamazares en La lluvia amarilla , una manera de recordar que, después de 30 años, hay lugares en los que, todavía, la noche queda para quien es. El Museo de León abrió ayer Alma Tierra, resultado de trabajo de fotografía antropológica del artista madrileño, una investigación que saca del olvido el mundo que está a punto de desaparecer.
A través de 57 fotografías, Navia revela el viaje que realizó a las comarcas que la fuerza del desarrollismo español ha ido desfigurando (25 de 8 comunidades autónomas), para buscar en las huellas de su pasado los ecos que se repiten como advertencias de Cassandra en la actualidad.
Explica el también filósofo que Albert Camus —cuya presencia se respira en la exposición— explicaba su infancia con la lucidez de una frase que aseguraba que pese a haber vivido la pobreza de manera absoluta, nunca había conocido la miseria hasta conocer la banlieue de París. Y es que, como el escritor francés, los protagonistas que cuelgan de los muros de Pallarés encarnan el carácter primordial de lo que perdura a pesar de la desaparición y la infancia de aquel primer hombre se revuelve en este tapiz de plegarias.
En el texto que el autor de El río del olvido ha escrito como música para la muestra, leemos que la España rural se despuebla sin que hasta hace muy poco a nadie parezca haberle importado lo más mínimo. «La propia estructura administrativa de España no favorece ese paso, al revés; cada vez lo dificulta más, y la inercia cultural e histórica contribuyen a la desmoralización común».
«Pobreza, no miseria»
Ahora, la mercadotecnia editorial parece haber descubierto un proceso que comenzó hace casi medio siglo y que las instituciones han contribuido a acelerar en una suerte de polis a la que se borra la identidad y la cultura.
Frente a ello, las imágenes de Navia muestran la dureza de las vidas que aún resisten en lo que se ha llamado la España vacía, héroes que decidieron quedarse en «tierras duras y hermosas, bañadas por una luz que no sabe de contaminación», pero en las que la miseria no está presente. «Son pobres, pero no son miserables porque la pobreza está ligada a lo urbano», reflexiona tras la presentación José Manuel Navia. La muestra presenta un proyecto fotográfico que quiere ser, como apunta Julio Llamazares en el texto que lo acompaña, «una elegía, un alegato contra la marginación de unos españoles por parte del resto y una llamada a la reflexión». Es también un homenaje. José Manuel Navia ha dedicado buena parte de su carrera a recorrer los caminos de esa España interior y, en este caso, ha vivido junto a los resistentes para contagiarse de ese tiempo caducado.
«La cultura campesina como tal está en trance de desaparición, pero lo trágico es con su muerte desaparece, como decía el escritor de Mali, una biblioteca entera», reconoce el fotógrafo. Y es que, al final, los instantes eternos de Alma Tierra s on un homenaje a una cultura, a su memoria y a las personas cuyo estilo de vida se difumina ante la indiferencia del poder.
El Museo de León es una de las escalas de la exposición patrocinada por Acción Cultural Española, en colaboración con la Junta de Castilla y León, que ya ha recalado en Huesca, Cuenca, Gijón, Valladolid y Zamora. Podrá verse en el Museo de León hasta el 7 de noviembre la realidad de la despoblación a través de 25 comarcas de la España interior como Laciana y Valle del Porma en León; Los Ancares de Lugo y León; El Campo de Aliste en Zamora; Valle del Corneja en Ávila; Campo de Alba en Salamanca; La montaña de Palencia; las Tierras Altas de Soria; la Bureba de Burgos o La Alcarria de Cuenca.
Pobreza
«Son pobres, pero no son miserables porque la pobreza está ligada a lo urbano», reflexiona Navia
Completan la lista el Campo de Montiel de Ciudad Real; La Mesa de Ocaña en Toledo; Tierra de Molina en Guadalajara; Sobrepuerto, el Sobrarbe, la Ribagorza y La Sierra del Montsec en Huesca; El Maestrazgo de Teruel y Castellón; Las Hurdes, Los Ibores y Tierra de Trujillo en Cáceres; Hoya de Huéscar en Granada; Concello de Lugo; Terra de Caldelas en Ourense; y el territorio vaqueiro de Asturias.
Una de las últimas habitantes de Los Campos, le dijo al artista que para su madre no hubo Dios. «Ahora sí hay Dios, pero para ella no lo hubo. Viuda, con niños pequeños, teniendo que pedir ayuda y nadie le daba».
Políticas de los últimos 70 años
El director general de Políticas Culturales de la Junta, José Ramón González, explicó que el proceso de despoblación es un fenómeno que conoce bien —su padre procede de un pueblo de la montaña leonesa en la que ya no vive nadie— y destaca que las razones de este invierno demográfico no se pueden simplificar: «No se debe a la política de los últimos años sino a las políticas de los últimos 70 años», destacó al tiempo que explicaba que la desindustrialización y los polos de atracción que han vaciado los pueblos en beneficio de las ciudades se cuentan entre las causas del invierno demográfico.
González defendió que el proceso es general y no se ciñe a León: «Una exposición como esta lo que permite es testimoniar precisamente eso y empatizar con una cultura en trance de desaparición para que se conozca mucho mejor».
La pobreza es una tradición demasiado enraizada en la historia de España, pero no es eso lo que está a la venta en este gran país que ahora llaman despoblación. En almoneda se compró la energía, el agua y la tierra, el combustible para el desarrollo de ciertos centros urbanos. Y es que es cierto que, aunque «la vida que llevaban nuestros antiguos no es vida para llevar ahora» no hay que olvidar que, como hace ya 27 años escribió Luis Mateo Díez, «los pobres siempre somos culpables».
Luis Grau, José Ramón González, la directora de programación de ACE, Isabel Izquierdo y Navia. FERNANDO OTERO