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Confesiones de dos leoneses de cine

No conocen el paro. Los leoneses Jesús Vidal e Imanol Arias son dos de los actores más solicitados. El protagonista de ‘Cuéntame’ estrena hoy ‘La muerte de un viajante’ en el Teatro Infanta Isabel, mientras Vidal saldrá de gira con ‘Calígula’ y participa en dos comedias aún pendientes de estreno, ‘La familia perfecta’, de Arantxa Echevarría; y ‘Por los pelos’, de Nacho García Velilla.

Dos

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VERÓNICA VIÑAS / PAULA MEDRANO
León

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JESÚS VIDAL | ACTOR Y ESCRITOR                      Jesús Vidal, que iniciará una gira teatral y tiene dos comedias aún sin estrenar. KIKO HUESCA

«Mi meta es crecer como actor y como persona» Iniciará una gira con ‘Calígula’ y tiene pendiente de estrenar dos comedias

VERÓNICA VIÑAS

Pocos actores trabajan tanto...

—Estoy muy contento del momento actual que estoy atravesando. Hace unas semanas estrené dos películas el mismo día. Eso es un privilegio.

—¿En qué está embarcado ahora?

—Estoy muy ilusionado con la gira de Calígula , que empieza el 5 de noviembre en La Coruña. Sigo haciendo ponencias y el 3 de diciembre se estrenará La familia perfecta, de Arantxa Echevarría; y en febrero, Por los pelos , de Nacho García Velilla, con Tomy Aguilera y Leo Harlem.

—¿Vendrá con ‘Calígula’ a León?

—Eso depende de las instituciones y del interés que tengan por llevar la función a León.

—¿Qué papel hace en su nueva película?

La familia perfecta está protagonizada por José Coronado y Belén Rueda, y yo tengo un papel muy cómico y, al mismo tiempo, entrañable, que creo que va a sorprender.

—Ya no está encasillado en la comedia...

—Sí, desde el humor negro de Vota, Juan, pasando por el terror de Torcidos. Sigo haciendo comedia, pero poco a poco los directores van viendo más registros en mí, lo que me ha abierto un abanico más amplio. Así como en teatro he hecho registros que no se asocian con Campeones ; en audiovisual, no tantos.

—¿Prefiere el drama a la comedia?

—Me gustan los dos. El drama me encanta, porque sirve para expresar emociones muy profundas. Creo que, como actor, tengo cierto patetismo que va muy bien con en el drama. A la vez, creo que la comedia nos hace reír, la risa es terapéutica y hace mejor a los seres humanos. Cuando hago comedia me siento muy a gusto también, aunque no era mi vocación primera, pero es muy bonito transmitir la emoción de la risa y de la sonrisa.

—¿Tiene aparcada la literatura?

—Uno cuando es escritor o periodista nunca deja de serlo. Sin embargo, ahora estoy muy centrado en mi carrera como actor. Si llega un momento en el que el cuerpo me pide escribir y contar cosas, lo haré.

—¿Se hacen mejores series que televisión?

—Son formatos distintos. Es difícil comparar una serie de televisión con el cine. Es cierto que las series tienen ahora más presupuesto y mejor tratamiento, pero también hay buen cine. Con la pandemia hemos visto más series; y con Netflix, HBO... nos han hecho ver las series con mejores ojos.

—Aparte de ‘Vamos, Juan’, ¿no tiene más proyectos de series?

—También participé en Pequeñas confidencias, una serie muy divertida en Amazon Prime. Creo que las series de las plataformas nos permiten trabajar muy bien y normalmente suelen asumir más riesgos que el cine; e incluso en las series empieza a tener mucha cabida la diversidad y creo que esto enriquece mucho.

—¿Va a seguir luchando por la diversidad?

—La lucha por la diversidad siempre está ahí, aunque también se puede reivindicar simplemente actuando y haciendo registros distintos. Quiero actuar sin gafas. Ahora mismo esa es mi revolución personal, hacer personajes en los que la discapacidad no sea algo fundamental e, incluso, por hacer personajes sin discapacidad.

—¿Sigue viniendo a León con frecuencia?

—Sí. Quiero mucho a León. León siempre será una ciudad muy importante para mí, con gente muy querida.

—¿Con qué director le gustaría trabajar?

—Con Amenábar y con Sorogoyen. Los dos ofrecen un cine del que me gustaría formar parte, muy reivindicativo y muy artístico.

—No ha dicho Almodóvar...

—Es un director muy peculiar y a cualquier actor le harían los ojos chiribitas si se entera que va a trabajar con Almodóvar.

—La pandemia ha afectado mucho a la cultura, pero usted es de los pocos que no ha dejado de trabajar...

—He notado la pandemia como todo el sector. Uno trabaja en lo que puede. Pero todo el sector ha salido muy golpeado, aunque ahora está resurgiendo.

—¿Qué tal se lleva con otros actores leoneses, como Imanol Arias o Roberto Enríquez?

—Con los actores leoneses tengo una relación de respeto. Saturnino García está maravilloso en Vampus. Es el hilo conductor de unas historias de terror y realmente está espléndido.

—¿Después del Goya qué metas tiene?

—Seguir creciendo como actor y como persona e interpretar personajes sin discapacidad.

—¿Sus conferencias funcionan?

—Creo en la capacidad motivacional de la palabra. Mi experiencia, desde la humildad, puede ayudar a mucha gente.

—¿Qué le dicen en casa?

—Mi familia está contenta. No se pierden ningún estreno.

—¿Son sus peores críticos?

—Son gente sincera.

—¿La fama no le ha cambiado?

—Nunca he dejado de estar anclado a mis raíces.

—¿Ha hecho buenos amigos en la profesión?

—Sí tengo la suerte de tener gente que me quiere mucho, como Patty Bonet, Carolina Yuste o Nathalie Poza.

 

IMANOL ARIAS | ACTOR Y ESCRITORDL30P50F2-13-16-01-3

«Solo quiero hacer teatro» Protagoniza en el Infanta Isabel ‘La muerte de un viajante’

PAULA ESCALADA MEDRANO | MADRID

Aunque son los papeles en cine y televisión los que le han traído una mayor fama y reconocimiento, Imanol Arias vive hoy de nuevo enganchado al teatro, una de sus mayores pasiones, y estrena hoy en Madrid la adaptación de “Muerte de un viajante” (Arthur Miller) del dramaturgo argentino Rubén Szuchmacher en la que comparte escenario con su hijo, Jon Arias Vega.

El actor habla sobre este nuevo proyecto que presentará en el Teatro Infanta Isabel de Madrid y que le ha llegado - tras haber alcanzado la edad teórica de jubilación (65) y de llevar veinte años interpretando el mismo papel en “Cuéntame cómo pasó” (RTVE).

Después de pisar escenarios de toda España con más de 200 funciones de la adaptación de Carlos Saura de “El coronel no tiene quien le escriba” (Gabriel García Márquez), Arias ha apostado ahora por meterse en la piel de Willy Loman, un hombre “malvado” que unifica todos los pecados del fracaso.

—¿Esta obra es uno de los principales retos de su carrera?

—Siempre se dice eso. Digamos que es el último, el presente, y es verdad que es mucho reto y que no ha sido fácil. Pero nace de un sentimiento que tengo con las cosas que quiero hacer por encima de todo. Si no es el reto más importante, es un reto muy consciente, un disfrute. Yo tengo ya la edad prácticamente de jubilarme. Los actores cuando nos jubilamos nos igualamos. Tú puedes ser quien seas y cuando te jubilas vuelves a ser lo mismo, que es cero, cero pensión o muy poca pensión, tienes que ventilártela. Yo espero algún día poder descansar pero ahora lo que me sale es enfrentarme a ese cero y trabajar en lo que me gusta, intentar hacerlo, independientemente del resultado para mí, ahora lo que quiero hacer son obras de teatro.

—¿De qué habla este viajante anacrónico?

—Del fracaso, de la no autenticidad. Es un hombre equivocado que perdura. Tiene una especie de obsesión por no encajar lo que aprende. Tiene un lastre. Su propio oficio que está cayendo en una crisis porque empiezan a ser sustituidos por los famosos catálogo. Él se queda en la vieja historia, en el hombre que viaja en tren, que sube a su habitación de hotel, descuelga el teléfono y llama a sus clientes. Es querido, amado, apoyado. Eso se acabó y esa mentira no la consigue romper. Lo peor es que se la inculca a sus hijos y los hace unos fracasados. Es un malvado, un imbécil que aún encima les toma cuentas de su error, les imputa el error y les dice que no le echen la culpa a él.

—La obra trata también los conflictos paterno-filiales y precisamente su propio hijo interpreta el papel de hijo de Loman. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

—Yo no he sido un padre ausente, nunca, pero he sido un padre un tanto peculiar. He sido un enfermo del oficio. Y seguramente habré causado mucha felicidad en la gente que quiero, pero también les habré causado algún problemilla porque estaba físicamente, pero a veces no estaba. Yo me los llevaba conmigo. Una de las cosas hermosas de esta pieza es que yo estuve trabajando con Rubén Szuchmacher en Argentina y Jon (de niño) asistía a los ensayos y me corregía, como un asistente. Después de veintitantos años de eso es muy hermoso verlos trabajar. Toda esa ausencia, que era por el trabajo, ahora tengo el placer de hacerlo en presencia y vivir con mi hijo eso que me ha apasionado. Además, nunca me había sentido tan protegido por un compañero, tan cuidado como por mi hijo. Es una novedad absoluta, es un gozo. Yo he tenido dificultades, tengo poco tiempo, mucho trabajo y a mí ya me empieza a costar entrar en las cosas.

—Hace unas semanas se celebraron las dos décadas de ‘Cuéntame’, ¿cómo fue el aniversario?

—Fue muy familiar. Sobre todo fue muy positivo en el sentido de que seguía habiendo muchas ganas de ver ese relevo, cómo van contando la historia desde otras edades y eso nos da mucha fuerza. Ha habido cambios de actores porque tienen que madurar y había actores que no tienen la edad del personaje. Qué bien que se haya podido trabajar, con todas las vicisitudes. Veinte años de un trabajo también son veinte años de tu vida y que todo cuadre es una suerte.