Diario de León

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Joaquín Sabina: «He llegado a los 72 años y no me considero un hijo de puta»

Sabina en la cámara acorazada del Cervantes. JUAN CARLOS HIDALGO

Sabina en la cámara acorazada del Cervantes. JUAN CARLOS HIDALGO

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EFE

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Con la convicción de que a sus 72 años no se ha convertido en un «hijo de puta», Joaquín Sabina ha dado a conocer su gran faceta de bibliófilo al dejar en la caja 1237 del Instituto Cervantes no sólo su icónico bombín, sino su colección completa de la revista literaria argentina «Sur» (1931-1992). «He escrito un libro, he tenido dos hijas y en Rota trasplanté un olivo, no me falta nada y estoy moderadamente en paz conmigo mismo teniendo en cuenta que la gente de mi generación pensábamos que no íbamos a ser nunca adultos porque los adultos eran siempre unos hijos de puta, así que he llegado a los 72 años y aún no me considero un hijo de puta, y con eso me basta», ha expresado Sabina tras guardar en la cámara acorazada del Instituto Cervantes su legado.

Una institución que considera «su casa» ya que para él «ahora que se dicen tantas tonterías sobre la muerte de España nuestra mayor riqueza es el idioma», ha destacado momentos antes de llenar al completo esta caja, tanto es así que a García Montero le ha costado cerrarla. Sabina ha querido acompañar a esta colección de la revista argentina Sur con el manuscrito de su canción Se llama Soledad », así como con cuatro dibujos de gallos de pelea y otros dos de «una pareja asturiana», y la primera edición de su libro de sonetos «Ciento volando». Pero el cantante, y coleccionista de libros, ha querido también legar fotos «personales» de sus amigos: Vargas Llosa, García Márquez, así como otra donde aparece junto a sus Luis García Montero, Almudena Grandes, Benjamín Prado, Ángel González, Chus Visor y Javier Ruibal. Según ha contado «como anécdota», cuando García Montero —su «hermano— le pidió que dejara su legado en el Instituto Cervantes le dijo que eligiera si la colección de la revista Sur la quería para él o para la institución que dirige: «Y él con una generosidad no frecuente entre los bibliófilos eligió que se la diéramos al Cervantes». «Luis y yo hemos competido siempre en ver quién tenía más primeras ediciones y libros valiosos, y a pesar que tengo ediciones raras, siempre me ha envidiado un manuscrito de un poema de García Lorca por el que me dijo que mataría, y otra es la colección Sur , hoy propiedad del Cervantes», ha añadido. En palabras de García Montero, cuando se planteó el legado de Sabina le surgió «una precaución»: «Todo el mundo sabe que somos amigos desde hace mucho tiempo, y va a parecer que le estoy haciendo un homenaje a un hermano, pero era una precaución innecesaria porque es uno de los grandes referentes y porque cuando se lo ofrecí, su generosidad ha servido no para hacerle un homenaje a él sino para que él le haga un homenaje al Instituto Cervantes».

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