Diario de León

La ley de protección del casco histórico ha obligado a realizar más de 150 excavaciones, que han permitido reconstruir los campamenos romanos y recuperar más de 300.000 piezas de aquélla época

Romanos hasta los cimientos

Es como recomponer un gigantesco puzzle. Las más de

León

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Desde la entrada en vigor en 1993 del plan especial de protección del casco antiguo se han efectuado más de 150 excavaciones en esta zona, que han permitido, poco a poco, reconstruir el pasado romano de la ciudad, desde finales del siglo I, fecha de la llegada de los primeros legionarios. Paralelamente, en estos yacimientos se recuperaron más de 300.000 piezas -aparte de las 200.000 de época medieval-. Las excavaciones más productivas fueron las efectuadas con motivo de la reconstrucción del edificio del Banco Herrero, en el área de Pallarés y en el edificio de Botines. Sin embargo, aún quedan muchos enigmas por despejar. Los indicios de un asentamiento romano anterior a la Legio VII quedarían definitivamente probados en el gigantesco solar de Santa Marina, que en un futuro -aún sin fecha- se convertirá en un aula arqueológica abierta al público. Posteriormente, en diversos puntos del recinto amurallado, aparecerían nuevas evidencias de la Legio VI Victrix. Básicamente, las excavaciones se han limitado a aquellos solares donde se han construido nuevos edificios. Las limitadas proporciones de las parcelas en la zona vieja de la ciudad no facilitan la localización de las grandes estructuras que pudieron formar parte de los dos campamentos romanos. Por ejemplo, en Dámaso Merino apenas se encontraron unos pequeños restos del principia (cuartel general) y hasta ahora sólo se han detectado partes mínimas de los barracones (en la calle del Cid y Santa Marina). Otros hallazgos continúan siendo un misterio, como el túnel romano del siglo I encontrado en la calle Cascalerías y conservado en una cripta o una construcción hidráulica de la calle Abadía; igualmente, tampoco se han podido identificar construcciones localizadas en Cardenal Landázuri o en el Corral de San Guisán. En diferentes solares se han podido reconstruir las cuatro murallas sucesivas que construyen los romanos, desde la de tapines y tierra a la tardorromana (la de cubos). Victorino García Marcos, arqueólogo municipal, ha trazado meticulosamente el supuesto plano del campamento de la Legio VII, que estaría dividido en la retentura, la latera praetori y la praetentura. Los barracones y almacenes se ubicaban en la retentura y praetentura, mientras que los edificios administrativos, entre ellos el cuartel general, se situarían en la latera praetori. Estas tres zonas del campamento estarían comunicadas por una serie de calles, como la via principalis, que coincide en su trazado con el de la calle Ancha. En el hotel París se localizaron restos de una de estas «avenidas» romanas. Algunas de las piezas más singulares han aparecido, curiosamente, en solares «extramuros», como el que hoy ocupan Pallarés y el instituto Juan del Enzina, utilizados por los romanos como vertederos. García Marcos muestra una singular pieza (el asa de una vasija) decorada con las figuras de Rómulo y Remo amamantados por una loba. Pero más insólito aún es una cerámica que ha podido reconstruirse con trozos encontrados en dos excavaciones distintas. También hay partes de tres corazas romanas y una buena colección de monedas. Sin duda, las termas han sido el gran hallazgo. Construidas a la derecha de la via principalis, sus dimensiones sobrepasan las de la Catedral, aunque bajo ella sólo se conserve visible una parte. Durante las obras de pavimentación de la plaza de la Regla se localizó otra pequeña parte de las termas y sus letrinas, así como restos de la porta principalis sinistra (Puerta Obispo), la mejor conservada de todas las descubiertas en España. Este es, además, el primer conjunto arqueológico que el Ayuntamiento decidió conservar «in situ» -bajo una cripta-, aparte del depósito de aguas de San Pedro, «desplazado» con gigantescas grúas a pocos metros de donde fue localizado y actualmente a la espera de una placa para que el visitante conozca el valor de estas ruinas. El Ayuntamiento también trasladó un importante tramo del acueducto aparecido en Eras de Renueva, que se mostrará al público en el futuro Museo de la Ciudad. Pero excavar no es barato. La búsqueda de restos arqueológicos le supone al constructor de un edificio un coste añadido de 4.500 euros, como mínimo; aparte de los oportunos trámites ante la Dirección General de Patrimonio de la Junta y el inventario de las piezas encontradas.

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