La lección de López Cobos
Que Jesús López Cobos, es el gran director español de los últimos veinticinco años, es algo que ya nadie pone en duda. Por eso que hasta el pasado día 15 no hubiera sido llamado a León a dirigir en los más de cuarenta años que lleva de carrera, siendo además un director de la comunidad, imperdonable. Pero esa espina se quitó afortunadamente el pasado viernes ¡y de qué forma!. Al frente de las huestes de su querida Sinfónica de Galicia con la que se siente especialmente a gusto se presentó en León para ofrecer un concierto con tres obras de dos de sus más admirados compositores Strauss y Mozart, el otro es Wagner del que en León no se ha escuchado todavía una sola nota en más de cincuenta años de los que tengo memoria. Tras los aplausos al concertino, continuando con esa costumbre esnobista que está haciendo furor en Europa desde hace unos diez años, apareció el admirado y esperado director que nos ilustró con una breve clase magistral sobre los motivos del Macbeth que íbamos a escuchar, una suerte de avance o trailer musical que sólo sirvió para calentar instrumentos. ¿Qué ocurriría si Abbado, Muti, Ratle, Frübeck o Gómez Martínez se pusieran a explicar en cada concierto por Europa las obras menos conocidas? El mismo Strauss disentía de las excesivas explicaciones de sus obras en los programas de mano. En fin una anécdota más que en nada empañó la extraordinaria performance de Cobos y la brillante ejecución de la Orquesta Sinfónica de Galicia junto a un pianista sobresaliente como es Javier Perianes. El Macbeth es una obra hermosa llena de sutilezas tímbricas en el metal, a veces vehemente y en todo momento grandiosa. La versión de Cobos fue sumamente descriptiva volcándose en los acentos dinámicos y en la fiereza de la trompeta baja, que contrastó con el motivo de Lady Macbeth, siempre flexible y de tintes diabólicamente seductores. Excelente el viento metal, tal vez demasiado presente en algunos momentos llegando a sepultar al resto de las secciones. El final desgarrador y amargo resume el doloroso destino del asesino. Magnífica la cuerda y la madera. Javier Perianes brindó una lectura comedida, en nada preciosista y sí muy academicista de ese concierto nº9 mozartiano que se aleja de la música galante tan en auge en esos momentos. Con la llamada «cadenza Mozart», que no es otra cosa que un pasaje temáticos construido a partir de motivos ya escuchados, uno rítmico y otro melódico, sirvieron al solista para hacer un elegante trabajo lleno de sutilezas tímbricas, destacando el segundo tiempo lírico y tremendamente doloroso, de un romanticismo extremo. Empleo medido del rubato y uso no demasiado acentuado del pedal hicieron de este concierto un delicioso trabajo de exposición del joven Perianes. Cerró el concierto el esperado Así hablaba Zaratustra straussiano que tuvo de nuevo en López Cobos y la Orquesta gallega unos intérpretes de excepción. Tras el algo dudoso y florido comienzo con algunas exageradas libertades en la percusión, el resto fue un continuo deslizarse por los meandros de los sublime. Cuerda sedosa, viento redondo y pletórico a la vez que menos ostentoso que en la primera obra y una dirección sobria plagada de matices para alcanzar el clímax en ese vals efervescente y pleno de pasajes contrapuntísticos como si tratara de explicar al oyente las sutilezas de esta página esplendorosa ahíta de rutilante hermosura. Un concierto para los restos.