Muchnik edita la novela con la que el escritor leonés ganó el Torrente Ballester
César Gavela presenta a su obispo de Cuando en público
Arropado por los escritores leoneses José María Merino y Antonio Pereira, el cantautor Amancio Prada y la ex ministra Carmen Alborch, el berciano César Gavela presentó ayer en Madrid su novela El obispo de Cuando, que le valió el premio Torrente Ballester de Narrativa. En el acogedor «escenario» del Bar Hispano, situado en el céntrico Paseo de la Castellana, el editor Mario Muchnik mostró la obra de Gavela y la del finalista del citado premio, La música del bosque, de Ignacio Sanz, que pronto llegarán a las librerías. Gavela (Ponferrada, 1953) relata en su novela la historia de un canónigo canario elegido obispo de una remota diócesis del Noroeste. Ambientado en Astorga, el libro es una defensa de la memoria y la imaginación. Afincado en Valencia desde hace 25 años, este abogado en ejercicio y escritor de vocación, sigue fiel a sus orígenes. En realidad, El obispo de Cuando formaba parte de una novela que Gavela acaba de concluir y que aún no ha sido publicada -Calle del reloj-, pero saltó de las páginas de ese libro y fue tomando vida propia, guiando al escritor por una difícil historia que discurre en el filo de la realidad y la ficción. Gavela, asesor jurídico de la Generalitat valenciana y colaborador de Diario de León, ha llegado a reconocer -como Flaubert con Madame Bovary- que «el obispo de Cuando soy yo». Y es que por la novela desfilan muchos recuerdos de infancia de este berciano, que estuvo interno en Astorga. «Si alguien de Astorga lee la novela, es probable que tenga elementos para deducir que ocurre allí. No quería citar a Astorga, porque también hay algo del Bierzo. El nombre de Cuando es un juego de tiempo y espacio», explicaba Gavela. Pese a que la novela llega precedida por excelentes críticas, como así lo manifestaron ayer los asistentes a la presentación del libro, Gavela no piensa dedicarse a la literatura en exclusiva. Como él dice, «los autores que más admiro, ninguno de ellos ha vivido de la literatura, como Borges, Rulfo, Cortázar o nuestro querido Luis Mateo». Si esta es una posibilidad remota, no lo es, en cambio, seguir escribiendo y tener una vida cada vez más literaria.