Belleza y divertimento

Cruzar hoy el umbral de la sala de arte Bernesga es adentrarse en un mundo de fantasía sin fin, un universo de alegres colores, un escenario presidido por la imaginación. Exponen dos pintores bien distintos que la crítica se ha empeñado en unir bajo el calificativo de naïf. Poco tienen que ver con la pintura ingenua las obras del artista extremeño E. Navarrete. En sus cuadros hay mucho de ilustración, de historias perfectamente explicadas. «Para mí -dice el pintor- es más gratificante que me califiquen de ilustrador que de pintor naïf. En las ilustraciones se cuenta una historia, en la pintura naïf solamente una secuencia. Lo que yo pretendo es crear y relatar un pequeño episodio en cada cuadro». Por sus obras circula un desbordante desfile de personajes, desde frailes y nazarenos semanasanteros, hasta duendes, hadas, niños y una rica fauna personal e intransferible de animales tropicales. «Son -cuenta- personajes imaginarios que me acompañan en mi vida y que reflejo en mis cuadros». Sátira. crítica, costumbrismo, y hasta una deliciosa estampa que se desarrolla en el panteón de los Reyes de San Isidoro, conforman los cuadros de este gran artista extremeño, una divertida revelación. Como contrapunto la melancolía de Yiyo. Una mujer llena de delicadeza y sensibilidad que vive el arte volcada en la naturaleza. Las estacionas del año, las labores del campo, los paisajes inventados, están presentes en una obra homogénea y trabajada con esmero y en el mejor estilo naïf, aquí si que la ingenuidad se manifiesta en todo su esplendor. Para Yiyo la naturaleza es «lo más bello, lo más tranquilo, lo más relajante; es el motivo principal de esta clase de pintura». Yiyo vive el campo con emoción y adora el recuerdo de las viejas tareas campesinas. «Es una pena que se estén perdiendo, quiero dejarlas patentes en mis lienzos». Dos grandes pintores nada trascendentales pero muy entrañables, divertidos, amables... Una exposición para contemplar con la familia y para comentar durante mucho tiempo.