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«Los tontos de la clase acaban en política o en banca. Es preocupante que ahora sean mecenas»

«Me gusta aquello que no tiene respuesta»

Hace cuatro años que no expone en León, pero se niega a hablar de silencio, porque sus cuadros se han colgado en las mejores galerías de Madrid, París

León

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-Cuatro años sin exponer en León, ¿por qué este silencio? -No hay tal silencio, conmigo no va. Procuro tener contacto con artistas y galerías. Me han encargado muchos trabajos, como una carpeta para Telefónica, he participado en varias exposiciones colectivas, les he hecho una imagen para el Colegio de Biólogos, otra para Tecmec y una más para Enfermería. -Dice Gamoneda que lleva toda su vida escribiendo el mismo poema... -Si eres sincero con tu obra... Gamoneda es auténtico, de los pocos creadores que hay. Yo llevo treinta años dedicado a la pintura. Cuando tratas de buscar tus señas de identidad, te das cuenta de que tu obra no es cambiante, es la misma, es un ir y venir; al menos, si no te propones hacer juegos de artificio o buscar la sorpresa. Cuando algo está muy apegado a las modas es efímero. -¿El mercado es el que hace la selección natural? -El mercado inteligente. Hay otro de moda, de alquiler. Para el primero, el arte pasa a formar parte de su vida. Ese mercado marca. -¿Qué papel le concede a la intuición? -La intuición tiene un alto porcentaje en todo. Al hacernos degustadores de la vida buscamos en nuestras experiencias, pero, al principio, son las intuiciones y emociones las que nos llevan. -La justificación estética... -Al final buscas el equilibrio, pero sin normas establecidas. No el equilibrio oriental del ying y el yang, en el que no creo. El equilibrio no lo busco como justificación estética. Tengo que encontrarme cómodo. Y en mi trabajo lo difícil es parar, saber cuándo la obra está terminada -Pintura de retina. -La provocación absurda no me gusta. Admiro la estética romana, clásica, rotunda. El flechazo óptico, de color o flash es importante. Pero el arte habría que degustarlo con los cinco sentidos. En el paseo por una gran feria de arte lo que te hace dar la vuelta es un golpe de vista, pero no entendido como un efecto de cartel o anuncio. -Tensión entre forma y espacio. -Evidente. Forma, espacio y entorno. Pero es una tensión necesaria. Soy matérico en pintura y escultura. Voy a la materia más bruta, áspera y las formas surgen en el espacio. Planteando un lienzo como un espacio en blanco, empiezo a crear desde el núcleo central. Pocas veces parto, como en la teoría clásica, de fondo, horizonte y suelo. -¿Contemplar y no hacer preguntas? -Contemplar y meditar. La meditación es una gran pregunta. Creo que día a día estoy constantemente preguntándome. No me preocupan las respuestas, incluso me gustan las cosas que no tienen respuesta. Hay que recuperar la capacidad de meditación. La pregunta del diez, ¿lo que estoy haciendo merece la pena?, me sirve a mí; no sé si a alguien más. -El espectador inteligente... -Cada vez hay más preparación, más nivel y más capacidad de observación en los degustadores del arte. Es importante la labor de disfusión del arte, la gran cantidad de museos y el gran nivel que está adquiriendo la gente, que no se deja engañar por el arte efímero del momento. El espectador inteligente es el sueño de todo artista. También pediría la crítica inteligente, que se ha perdido. -¿Ve su obra colgada en el Musac? -No tengo la sensación de que sea un museo en el que podamos estar los artistas leoneses. No me preocupa que mi obra éste en museos. Ya la tengo repartida en muchas partes del mundo, fruto de la relación directa y el interés emocional, más que el crematístico. Aquí nadie me ha pedido nada, ni creo que me lo vayan a pedir. -¿Lo irrelevante en arte es a veces lo más atractivo? -El concepto es lo más atractivo. En la obra de cualquier artista lo más importante son sus propios signos de identidad, esos matices que te hacen descubrir que es de un determinado artista, sobre todo ahora que hay tanto, todo se parece y es difícil descubrir de una mirada la autoría. También el pequeño detalle es importante. En una escultura de Rodin te puede emocionar más el gesto de una mano que el conjunto. -¿Concibe el arte como armonía paralela a la naturaleza? -El arte sin la naturaleza no sería absolutamente nada. La fusión arte-naturaleza es estrictamente necesaria. Y no sólo para el artista que imite a la naturaleza, sino para el que trabaje en la memoria. En mí, la naturaleza es el cien por cien de mi obra. -Un sueño. -Mi última exposición en Madrid se llamaba Sueños. El sueño también es algo que perdura en mi obra. Tengo la suerte de ser un soñador en el amplio sentido. Los sueños los utilizo para mi propio trabajo, los canalizo en mi obra. El sueño con mayúsculas es el que estoy tratando de realizar ahora. No hay un sueño definido que persiga, estoy en él, lo estoy buscando. El destino, como dice Crémer, se lo busca uno. También los sueños te los forjas tú. -Una ausencia. -Las personas, mis gentes, las que dan textura a mi vida, que desaparezcan para siempre o que en momentos principales no estén. -¿Sigue combatiendo? -Sí, pero no es un combate violento, es tranquilo e insistente, es búsqueda, son pequeños logros y lucha. Me encantaría que se pudieran hacer cosas colectivas, pero aquello de la unión hace la fuerza se está perdiendo. -¿Las conciencias están domesticadas? -Eso pretenden. La mía, desde luego, no. Tengo una conciencia indómita. Es mi único credo. No creo en la solución, sino en el perdón humano y natural que permita no tener esas dudas de conciencia que te hagan estar en una situación límite. -¿No es peligroso que los mecenas sean banqueros y políticos? -Es preocupante, porque políticos y banqueros nunca han sido, salvo honrosas excepciones, sinónimo de cultura. Yo digo siempre que los tontos del colegio acaban en política o en banca. Lo que tienen que hacer es rodearse de buenos directores culturales. -¿Por qué el título de «Horizontes» para la exposición que inaugura el día3? -Desde pequeño te marcan unos horizontes. A mí me gustaría un horizonte infinito, pero siempre se dividen en estadíos a lo largo de tu vida. Mis padres marcaron mi primer horizonte. Mi lucha es buscar ahora ese horizonte. El definitivo, nunca llega. Los propios cuadros de la exposición son horizontes de color, sensaciones de profundidad. La profundida de las cosas es algo que me preocupa. No me gustan los límites.