El director iraní Kiarostami revalida su cine de compromiso con el público
El director de cine iraní Abbas Kiarostami regresó a Gijón después de que hace 28 años presentará en el mismo festival su primer largometraje The traveller. Y a su regreso ha vuelto a revalidar, no sin ironía, su compromiso con un cine «que respeta al máximo al espectador, de modo que no sea tan bien hecho que no le permita a la audiencia pensar por sí misma». Durante más de hora y media, Kiarostami departió con los asistentes a la rueda de prensa del homenajeado en la 40 edición del Festival de Cine de Gijón. Y por tres veces agradeció que todas las preguntas se dirigieran a él «como profesional, como director de cine y no como iraní». Y aunque alguna referencia hubo a la censura en su país, o al conflicto de Irak, los protagonistas de su comparecencia fueron los entresijos de sus películas. Unas películas que, como él mismo admitió, precisan de un espectador activo, que llene los huecos que el realizador deja en la estructura narrativa de sus películas. «El cine requiere de esa capacidad de abstracción que tienen otras artes. Cuando leo una poesía después de 30 años, su significado para mí es distinto. El espectador debe ampliar el contenido de las películas con su propia experiencia. No vale decir que una película no se entiende, porque al verla ya se le da un significado, el que sea».