¿Qué sabe usted de Bach?
Precisamente eso fue lo que el extraordinario pianista francés Cyprien Katsaris explicó ayer en su didáctico concierto en el Auditorio. Quien haya estado habrá podido conocer de primera mano que una cosa es escuchar la música trillada del autor de las pasiones y otra el ver el taller del compositor cuando trabajaba en los arreglos de sus propias obras y en las de sus coetáneos o predecesores. Katsaris diseccionó hasta la médula algunas de las hermosas secciones de la Suite Francesa nº2 así como el Preludio nº1 en Do mayor de El clave bien temperado, con pulsación firme, fraseo corto y expresivo. Pasó a continuación a los arreglos de la gavota, y los arreglos que el propio Bach hizo de su partitura para violín sólo. Continuó Katsaris con el hermoso Adagio del Conicerto nº3 en re menor, y los arreglos para oboe de Alesandro Marcello, una música extremadamente nostálgica que fue empleada con total éxito en la famosa película de Darío Argente «Anónimo Veneciano» y tuvo como secuela una enrome venta de discos de ese concierto casi desconocido hasta entonces para el gran público. Reencuentro con la música arreglada El primer movimiento del concierto para órgano en la menor fue otra suerte de hallazgo y un reencuentro con una música que ha sido arreglada y adaptada hasta la exageración. Igual que el coral de la Pasión según san Mateo que siguió. Concluyó este recorrido por el taller del genio de Eisenach con los arreglos a la Cantata 147 que el gran pianista y organista Wilhem Kempff realizó junto a Harold Bauer. La tocata y fuga en re menor para órgano fue su propia aportación a estos arreglos que tuvieron como denominador común la expresividad y el virtuosismo de este gran pianista. La segunda parte fue íntegramente dedicada a la interpretación de la impresionante Sonata en Si Bemol mayor D. 960 de Schubert de la que Katsaris hizo una lectura apasionada pero sin llegar al efectismo. Dentro del estilo de la trilogía de sonatas que Schubert escribió dos meses antes de su muerte, en 1828, la que ofreció en el Auditorio es quizás la más desgarrada y lírica de las tres. Dividida en cuatro tiempos como el resto de las restantes de este período el Molto Moderato con el que inicia la exposición posee un desarrollo breve pero intenso, que le da un carácter un tanto misterioso. El solista le dio ese tono melancólico tan expresivo y a la vez tan intimista. En el andante Katsaris mostró toda clase de recursos que es capaz de desarrollar en esta sonata sólo apta para virtuosos como él. El scherzo desenfadado y brillante dio paso al Alegro final en forma de rondó delineada con toda la pureza de un fraseo claro con modulaciones que llevan de una tonalidad a otra de forma vertiginosa. Toda una lección de gran pianismo el que nos ofreció Cyprien Katsaris la pasada noche, con momentos de extraordinaria tensión y sorprendente lucidez. Memorable.