«Fortuna Imperatrix Mundi»

Escrito en latín secular, contiene 250 poemas en alemán y varios de ellos están señalados en neumas. Carmina Burana constituye la primera página de un tríptico formado por Catulli Carmina, escrita en 1943 y El Triunfo de Afrodita, de 1953. La segunda parte es la más coreográfica, mientras que la primera, que será precisamente la que escuchemos esta noche, se centra especialmente en el canto y en el baile. La tercera de ellas es con mucho la más lírica del conjunto, pero sin embargo, es la primera de ellas la que habitualmente se escucha y representa con mayor frecuencia. Los orígenes de estas tres obras son una mezcla de folklore y de antigüedad clásica en las que los coros tienden siempre a adquirir un papel principal, alternándose con los solistas. Todos ellos están acompañados por una orquesta de percusión (en sus origen cuatro pianos, cuatro timbales, cuatro xilofones y otros instrumentos, algunos de ellos inventados por el propio Carl Orff). La fuerza de cada una de estas partituras y su poder afectivo es innegable. Los Carmina Burana están divididos en tres partes tituladas: Primavera, En la Taberna y Amor. La obra se abre y se cierra con el conocido Fortuna imperatrix mundi. Carl Orff hizo, pues, con todos estos textos y composiciones, un sabroso manjar y un exultante deleite para los sentidos. Cada parte constituye un modelo de simplicidad y un pulso constante al ritmo y a la armonía. Estructurada en grandes bloques, está pensada para lograr un gran efectivo orquestal y coral, y toda ella rezuma alegría, frescura y ansia de vivir. Desde su estreno en la ciudad de Frankfurt en el año 1937, Carmina Burana fue un completo éxito y durante estos sesenta años no ha dejado de programarse y grabarse, una y otra vez, en las salas más importantes del mundo.