DISPERSIÓN
Cuando Lancia se convirtió en botín de museo
Coleccionistas y museos se reparten los objetos extraídos durante siglos en la ciudad astur-romana de Lancia. La Hispanic Society y el Arqueológico Nacional poseen algunas de las piezas más llamativas. El Instituto Leonés de Cultura (ILC) está haciendo un inventario.
El saqueo ha sido sistemático. En 1941, el político y escritor Mariano Domínguez Berrueta denunciaba que un vecino le había regalado una fíbula, «uno de tantos objetos que aparecen en Lancia tras un día de lluvia». Lamentaba también que las piezas extraídas del yacimiento y desperdigadas bastaban para formar un verdadero museo. Actualmente, hay ‘tesoros’ de la ciudad astur-romana en la Hispanic Society, el Museo de León, el castillo de Ampudia, el Museo Arqueológico Nacional, el ILC, el museo Cerralbo, el Arqueológico de Astorga, el Museo de los Pueblos Leoneses en Mansilla y el aula arqueológica de Villasabariego, que expone trozos de un mosaico, cerámicas, bronces, lucernas o muelas de molino.
El estudioso Elías Gago (León, 1851-1913) entregó a la Comisión de Monumentos una espectacular colección de joyas descubiertas en Lancia, desde colgantes a estatuas, monedas, cerámicas ornamentadas, utensilios, herramientas de piedra y metal... Nadie sabe qué fue de aquel legado.
La pieza más valiosa de Lancia está en la Hispanic Society de Nueva York. El arqueólogo García y Bellido localizó en los años sesenta un puñal de bronce que fue a parar a Estados Unidos tras ser vendido en Madrid. El puñal, que en realidad es una vaina de bronce decorada con escenas bélicas —de 18,9 centímetros de longitud y 6 de anchura—, formaba parte de la colección creada por el profesor Antonio Vives Escudero. Cuando falleció, su colección se disgregó; y lo mejor fue a parar a la Gran Manzana.
Jesús Celis, responsable del Departamento de Patrimonio del ILC, afirma que actualmente están poniendo en marcha una base de datos con las piezas extraídas de Lancia. «La gente en los años 20 hacía excursiones al yacimiento y se llevaba objetos», asegura. Explica que en los últimos años algunas personas han ido entregando piezas.
La pista del jinete
El ILC, además de los objetos cedidos al aula de Villasabariego, atesora las piezas reunidas por el arqueólogo Francisco Jordá, así como las de las últimas excavaciones, porque el Museo de León —donde tienen que depositarse por ley— carece de espacio. Pallarés custodia cerámicas, monedas, objetos de hierro y bronce o ladrillos del siglo II con la firma del alfarero Lucio Valerio Insecuente.
Los tesoros de Jordá
En 1957 Jordá llevó a cabo una campaña arqueológica que se prolongó hasta 1960. Con más penalidades que ayudas, sacó a la luz unas termas romanas y los cimientos de algunas construcciones, amén de una gran cantidad de bronces, hornos de plomo, estatuillas... Finalizados los trabajos en 1960, Lancia era abandonada a su suerte y los objetos extraídos quedaron desperdigados por colecciones particulares e instituciones. Entre ellas, la propia Diputación, que almacenó los restos en cajones de madera que depositó en San Cayetano, hasta que desaparecieron misteriosamente, a excepción de los que pudo rescatar el Museo Arqueológico Provincial, que llegó a exhibir en San Marcos alrededor de 150 piezas. Tampoco se sabe el paradero de aquel legado.
El historiador Alejandro Valderas, archivero de la Universidad de León y afanado en descubrir el paradero del arte leonés exportado y expoliado, recuerda que «Jordá en el informe de sus excavaciones menciona un pie de mármol con parte de la base de una escultura; José María Luengo en 1983 publicó una relación (la mayoría eran datos de la década de 1930) de joyas prerromanas de oro de la provincia, incluyendo dos de Lancia, un pendiente de arracada de la colección Gago Rabanal y un broche de oro de Víctor Fernández que fue vendido en Madrid».
La colección del ‘galletero’
Valderas asegura que la principal colección arqueológica de Lancia, fuera de León, está en el castillo de Ampudia (Palencia), de la familia Fontaneda. «Hay un magnífico catálogo del utillaje metálico de cobre de esta colección (Julio Fernández Manzano), en muchas de cuyas piezas se indica como lugar de origen Lancia». Eugenio Fontaneda (1928-1991) empezó a coleccionar monedas y libros a los 15 años. No paró nunca. Reunió miles de piezas de arqueología, etnografía, mobiliario, armamento, juguetería, libros, textiles, arte sacro, pintura, escultura, orfebrería y todo tipo de antigüedades, que fueron depositadas en el castillo de Ampudia, adquirido en 1960 y restaurado a este fin.
En Museo Arqueológico Nacional posee una célebre fíbula de un jinete y un cinturón de bronce, ambos procedentes de la colección Vives. La fíbula perteneció a Juan Bautista Crooke y Navarrot, conde de Valencia de Don Juan (1829-1904), y pasó después a la colección de Antonio Vives. El MAN también tiene una fíbula zoomorfa y un hacha de sílex, que apareció en las excavaciones de Velázquez Bosco en 1868. El Museo Cerralbo de Madrid guarda dos ladrillos romanos con sellos de la Legio VII, teóricamente procedentes de Lancia.
Arqueología de escaparate
Valderas explica que en 1920 Miguel Bravo, miembro de la Comisión de Monumentos, denunciaba la continua salida de objetos de Lancia y que solo una pequeña parte se queda en León. Cita la costumbre de la época de exhibir los hallazgos en escaparates de tiendas de León, «como la piedra de sello con el nombre grabado de CE. NICON, la cual pide sea adquirida por el Museo o la Comisión de Monumentos, antes de que se pueda vender al extranjero».
En 2002 la Policía Judicial de la XII Zona de la Guardia Civil incluye en un estudio por la defensa del patrimonio histórico español el robo ocurrido en Lancia. «Una o varias personas saltan la valla que protege el yacimiento y sustraen del interior de las excavaciones arqueológicas una piedra circular de molino, sin catalogar».