«Mi padre, un militar franquista, llegó a apuntarme con una pistola cargada»
La periodista publica un libro
Aguerrida reportera, feminista militante, cofundadora de la revista ‘Ajoblanco’... Y sin embargo a Karmele Marchante se la conoce por Tómbola, Sálvame’ Supervivientes y su frustrado intento de ir a Eurovisión. De los concursos no se arrepiente. «Del colorín sí, y mucho». Esta catalana cada vez menos ‘indepe’ publica a sus 76 años sus memorias en un lenguaje obsesivamente inclusivo. Se titulan No me callo . Y avisa: «Continuará...».
—Se podría decir que nació estrellada.
—No creo en eso. Pero sí, en el paritorio al nacer no me cogieron a tiempo, me caí al suelo y me rompí un bracito.
—Relata una infancia infeliz. Ni cumpleaños, ni cariño...
—Me crió mi abuela. A ella y a mi abuelo, catalanistas, no les gustó que su única hija se casara con un militar castellano y la desheredaron.
—¿Usted, como ‘indepe’, desheredaría a un hijo por ser de Vox?
—No he tenido hijas ni hijos, pero jamás los desheredaría por ser de Vox, partido que yo detesto, ni por ser trans, ni por nada, porque el cariño no incluye las tendencias ideológicas.
—Como Anjelica Huston, dice que siempre ha luchado contra su cuerpo y contra su padre.
—Heredé genéticamente una tendencia a engordar y siempre he mantenido una dieta rígida. Pero no soy una talibana.
—Y yo que la creía la reina del canapé...
—Jamás. Una de las cosas que se me quedaron grabadas del Opus es que no se puede entrevistar con una croqueta en una mano y la grabadora en la otra. Siempre voy a las fiestas cenada.
—A su padre lo define como «una perla muy fascista».
—Sí, ja, ja. Es que era así. Pero nunca he llevado mal ser hija de militar franquista. Con el que me llevaba mal es con mi padre.
—Porque él le daba un beso de buenas noches a su hermana y a usted no.
—Exacto. Y, una vez que me oyó hablar por teléfono en catalán, me dio de bofetadas. Luego, siendo yo mayor de edad, me amenazó con una pistola que estaba cargada. Y mi madre no se interpuso. Mi padre me llegó a apuntar y yo le dije: «¡Pues dispara!». Ese día me marché de casa.
—¿Será que no quiere ser española por su padre?
—Ahora soy menos independentista, tengo menos afección hacia la causa porque no me gusta cómo la están llevando. No odio a España. Es más, me siento española. No tiene nada que ver ser independentista y sentirse española.
—¿Es cierto que a su marido islandés se lo arrebató una secta?
—Pues sí, lo captó una secta de origen iraní llamada Bahai. Un día me dijo que, según su fe, ya no podíamos hacer el amor si no era para procrear. Ahí el matrimonio se rompió.
—Porque usted le ha dado al sexo, las drogas y el poliamor...
—Claro. Por aquel entonces éramos una gente que rompíamos con las cadenas del franquismo. La revolución la hicimos en el sexo, con las drogas y la contracultura.
—Pero luego ha acusado a sus colegas de drogarse.
—Lo que dije es que en Sálvame corrían ‘polvos mágicos’ por todas partes. Una vez fui al baño y estaban en la tapa del inodoro. Los agarré con papel higiénico, se los metí en el escote a la directora y le dije: «Toma, que no te enteras». Lo que me cabrea es el doble rasero.
—¿Titula sus memorias ‘No me callo’ por el famoso ‘¡Cállate, Karmele’ de Mariñas?
—¡Pues no! El título me lo dio un íntimo amigo mío, guionista. No tiene nada que ver con ese señor que era una persona maltratadora, muy mala.