Diario de León

Lola Flores, Deicidas y Brutos Sekos... en León

La Faraona, de la que este 2023 se cumple el centenario de su nacimiento, pasó por la ciudad en las fiestas de San Juan 1989

Lola Flores, durante la actuación en la plaza de Santo Domingo en las Fiestas de San Juan y San Pedro. CÉSAR

Lola Flores, durante la actuación en la plaza de Santo Domingo en las Fiestas de San Juan y San Pedro. CÉSAR

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Lola Flores acaparó la atención del cartel de las fiestas de San Juan y San Pedro 1989 y abarrotó Santo Domingo, a tenor de lo que dejan ver las fotos de César, mítico fotógrafo leonés. La céntrica plaza fue lugar inusual para compartir cartel con una buena representación de grupos leoneses, que se ve que ese año hicieron pleno representativo de lo que pasaba en la ciudad. Los Flechazos, Los Positivos, Fundición Odessa, Los Vagos de Minnesota... Con un poco de trampa, también Deicidas, Brutos Sekos y más, todos ellos podrán decir que un día compartieron cartel con Lola Flores. Aunque ese año también actuaron Mecano, Ketama, Pata Negra, Martes y Trece o los mismísimos Mecano, estos ya en el campo de fútbol Antonio Amilibia. Otros tiempos que traen al hoy de 2023, cuando se se cumple el centenario del nacimiento de Lola Flores.

Lauren Postigo le preguntó en una ocasión a Lola Flores: «¿Por qué pones a Dios por testigo cuando dices tantas mentiras, Lola?». Y la Faraona respondió: «Porque cuando yo digo las mentiras, las convierto en verdad».

Para un joven actual resulta difícil imaginar el estatus que Lola Flores mantuvo en este país durante décadas, desde los años 40 hasta su muerte en 1995 a los 72 años, víctima de un cáncer de mama que sufría desde hacía más de dos décadas. Se sometió a quimioterapia, pero no quiso que le extirparan un pecho y esa fue su perdición. La Lola de los 80 y 90, la de Telecinco, la portada de Interviú y las deudas con Hacienda, mantenía intacta una popularidad que trascendía de sus méritos artísticos. La Lola de España, con sus fanfarronadas, sus fantasías, sus dislates y el lastre de haber sido la artista del régimen franquista, daba que hablar a diario. Las cuitas del clan Flores en El Lerele, el chalé en La Moraleja que Rosario vendió en 2018, eran las nuestras.

Hace cien años, el 21 de enero de 1923, nació en Jerez de la Frontera un mito del folclore nacional, un icono que representó a la mujer racial de rompe y rasga dentro y fuera de los escenarios. Faltaban muchos años todavía para que el flamenco entrara en los teatros, era un divertimento tabernario para entretener a señoritos y acompañar las borracheras de los golfos. La música de la mala vida y los bajos fondos. En uno de esos ‘tabancos’ (bares jerezanos que también despachan vino) regentado por su padre creció la pequeña María Dolores, bailando entre las mesas mientras la madre, costurera, cosía en el piso de arriba.

Lolita Flores, Imperio de Jerez rezaba el cartel que la presentó en el teatro de la localidad gaditana, tal era el magnetismo en el escenario de una niña que había aprendido los palos del baile flamenco y se sabía las coplas de Imperio Argentina y Pastora Imperio. Existe consenso en señalar que no fue bailarina extraordinaria ni cantante dotadísima, pero nadie podía apartar la mirada cuando el huracán entraba en acción. Lo resume la mítica frase atribuida al The New York Times , cuya veracidad nunca ha podido ser probada: «Ni canta, ni baila, pero no se la pierdan».

Las 1.200 pesetas de 1940 que cobró por su primera película, Martingala , animaron a la familia a trasladarse al durísimo Madrid de posguerra. Madre e hija llegan a vestirse de luto y a hacer la comedia de pedir por los pisos bien de Argüelles para enterrar al cabeza de familia. El lerele , estrenada en el teatro Penalba de la Gran Vía madrileña en 1942, es la canción con la que arranca su leyenda. Después vendrían ¡Ay, pena, penita, pena! , A tu vera , La zarzamora ...

Aquella alumna de la academia del maestro Quiroga había vendido la honra que no tenía al anticuario Adolfo Arenaza para conseguir las 50.000 pesetas con las que montar su espectáculo. Aguantó seis años al enorme Manolo Caracol, con el que mantenía una tensión sexual en las representaciones que hoy sigue sobrecogiendo. Cuando el productor Cesáreo González le ofrece un contrato por 6 millones de pesetas para una gira por América y cinco películas terribles en México nace lo más parecido a una estrella de Hollywood gitana. Aunque, ojo, la Faraona, título de una película suya de 1956, tampoco demostró nunca que tuviera sangre gitana por sus venas.

Los momentos estelares de cualquier reportaje sobre Lola Flores incluirían su boda en El Escorial a las seis de la mañana, para que ninguna gitana pudiera decir que ese hombre no se podía casar porque era el padre de su hija; el mítico «si me queréis, irse», la turba en la boda de Lolita; el programa de José María Íñigo en la que se le perdió un carísimo pendiente; la peseta que pidió a cada español para saldar su deuda millonaria con Hacienda, tras años sin pagar ningún impuesto.

Lola Flores fue una superviviente que supo reinventarse en cada momento histórico que le tocó vivir. «Inventó un modo de cantar, de bailar, de ser y de vivir dentro del arte flamenco», resumió Pedro Almodóvar cuando murió.

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