CUARENTA AÑOS DESPUÉS
El ‘exilio’ reivindica a Vela Zanetti
Así se titula la retrospectiva que el Centro Cultural de España inaugura en la República Dominicana
Vela Zanetti huyó a la República Dominicana en 1939. El país no le ha olvidado. Y es que el pintor , del que se cumplen 110 años de su nacimiento, dejó una profunda huella en el imaginario artístico del país caribeño. Su legado son 87 murales. En 2012 salvaron los frescos que el muralista —nombrado Hijo Adoptivo de León en 1981— realizó para la catedral del dictador Trujillo, uno de los más sanguinarios del siglo XX.
Ahora, el Centro Cultural de España en Santo Domingo inaugura el martes la exposición Vela Zanetti. 40 años después. El título alude a la última exposición que la capital dominicana dedicó al artista nacido en Milagros. Los 40 años se cumplieron, en realidad, en los peores momentos de la pandemia, de ahí el retraso de esta muestra que presenta una completa recopilación de la producción española y dominicana del artista. En 1981 tuvo lugar la sonada retrospectiva de su obra, al tiempo que Vela Zanetti entregó dos paneles murales encargados por el Banco Hipotecario de Santo Domingo.
El Centro Cultural de España, donde permanecerá la nueva muestra de Vela Zanetti hasta marzo, forma parte de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que posee una vasta colección de arte, iniciada por el Instituto de Cultura Hispánica, fundado en plena dictadura franquista.
La exposición
Aquella desaparecida institución creó un departamento denominado Secretaría General de la Bienal Hispanoamericana, a cuyo frente estaba el poeta leonés Leopoldo Panero, quien se convirtió en el alma de las bienales. Panero llevó a cabo la difícil misión de cambiar el criterio estético del país. En las bienales que se organizaron, inspiradas en las de Venecia, participaron artistas como Tàpies; y Vela Zanetti ganó el concurso de dibujo de la Bienal que se celebró en Barcelona en 1955. Panero y Vela Zanetti iniciaron en aquella época una gran amistad.
El legado caribeño
La iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, en la isla caribeña, está enteramente decorada con escenas bíblicas, obra de Vela Zanetti. En este templo, conocido también como ‘La citadina de América’, pintó 22 frescos en las naves y el crucero, dos en el presbiterio y el coro, además de la cúpula y el tambor.
Los primeros años del destierro, sin abandonar la creación, Vela Zanetti sobrevive como pintor de brocha gorda. Nueve años antes, en 1932, había realizado su primera exposición en el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación, que le concede una beca para estudiar en Italia. No será hasta una década después de su llegada a la República Dominicana cuando culmine las pinturas de la catedral de San Cristóbal, conocida en el país como la ‘Capilla Sixtina del Caribe’.
En 1953 realizó el célebre mural La ruta de la libertad, también titulado La lucha del hombre por la paz . Fue un regalo de la República Dominicana a la ONU y es una de sus obras más destacadas y reconocidas internacionalmente. Mientras trabajaba en el mural de Naciones Unidas el artista recibió la visita del presidente del Gobierno de la República en el exilio, el leonés Félix Gordón Ordás.
Vela Zanetti vivió su primera infancia en León, cuando su padre, un veterinario republicano se traslada a esta ciudad. Al acabar la Guerra Civil se ve obligado a exiliarse a la República Dominica, al haber combatido en el bando perdedor. Había puesto un océano de por medio con la dictadura del general Franco, pero acabará bajo el yugo de otro dictador, el general Trujillo, que gobierna en la República Dominicana con puño de hierro hasta 1960.
Leonés de corazón
El artista burgalés, que quiso vivir en León y que sus últimas cenizas se esparcieran en el río Bernesga, es casi más recordado en Latinoamérica que en la capital leonesa, donde está la fundación que lleva su nombre y preserva su legado. En León, Vela Zanetti encontró también a la mujer de su vida. Luego, llegó la dolorosa ‘emigración’ y una separación forzada.
Vela Zanetti se había casado con una judía polaca llamada Sacha, de la que se divorcia poco después de pintar el mural de la ONU. Escribe entonces una carta a un amigo leonés preguntándole por una joven a la que no ha podido olvidar. Quiere saber, antes que nada, si está viva. Su amigo le responde que Esperanza de las Cuevas reside en Suiza. Vela Zanetti escribe a su amada proponiéndole que ese verano se encuentren en Venecia. Ella acude a la cita y se enamoran. Continúan su relación por carta durante un tiempo y, finalmente, acaban casándose. Vela Zanetti le regala un conocido autorretrato —que ahora esta en su fundación del Corral de Villapérez— y ella, a cambio, le entregó un puñado de tierra de La Candamia.
El artista de Milagros dejó innumerables obras ‘esparcidas’ por León. En 1965, por encargo del entonces ministro de Información y Turismo Manuel Fraga, el artista realizó una veintena de cuadros para el Hostal de San Marcos, entre ellos una curiosa Catedral de León con toques caribeños. También murales en el Ayuntamiento, el hotel Conde Luna, la antigua Escuela de Comercio o la iglesia de Jesús Divino Obrero, que conforman actualmente una ruta.
En estos momentos, el Ministerio de Cultura y el Consejo General del Poder Judicial de la República Dominicana están llevando a cabo la restauración de los murales de Vela Zanetti que se encuentren en los palacios de justicia. Se trata de las obras La concertación de la paz (entre los taínos nativos y los conquistadores españoles) y La creación de la Real Audiencia.
Pese a estas restauraciones y a la que se llevó a cabo en la iglesia de la Consolación, algunos expertos aseguran que no se conservan todos los murales que el artista leonés pintó durante su estancia de más de una década en la isla.