Antonio Vega, una vida entre las cuerdas
Llega la biografía ‘autorizada’ del músico que veraneaba en Carrizo, el pueblo paterno
Antonio Vega arrastró durante toda su vida una fama de poeta maldito, de ser un artista al borde del precipicio. La escritora Magela Ronda (Benidorm, 1970) publica ahora la primera biografía del músico autorizada por la familia del autor de obras maestras de la música como Chica de ayer, El sitio de mi recreo, Una décima de segundo, Lucha de gigantes o Antes de que salga el Sol.
«Descubrir y contar quién era Antonio Vega es la motivación y tarea de este viaje al pasado. Solo hay una norma: no llevar equipaje. No se admiten maletas ni ideas preconcebida», explica en la introducción la autora del libro Antonio Vega. Una vida entre las cuerdas (Espasa).
Hijo de un prestigioso médico nacido en Carrizo de la Ribera, la infancia de Antonio Vega y de su primo Nacho García —la otra pata imprescindible de Nacha Pop— eran recuerdos de veranos al sol en esta localidad leonesa. Tiempos de juegos junto al río, de buscar ranas y de fantasear. También tenían familia en Astorga y en Santa María del Páramo.
Los estragos de los desmesurados 80 no le arredraron, pese a tener que tirar con una mala salud de hierro. Poco después de su fallecimiento en 2009, locales de León y Ponferrada (el Molly Malone’s o la Sala Tararí) se apresuraron a rendir un merecido tributo a una de las mejores voces del panorama musical nacional. Impulsado por Mario Álvarez (Radiocrash), y en el Gran Café, un lugar que Vega pisó varias veces, un puñado de músicos leoneses se confabularon para tocar de manera más o menos premeditada canciones del creador de Persiguiendo sombras, Una décima de segundo o Mi hogar en cualquier sitio , autorretrato irónico con un ritmo chulesco y cadencioso que acompaña esa actitud de quien lo ha perdido todo varias veces.
El recuerdo de Antonio Vega concitó en aquella velada de noviembre de 2009 a músicos como Ramón Díez (Parsones y otros), Jordi Hidalgo (Ópera Prima, Brutos Sekos, Los Platillos Volantes), Juancho López (Lizard), Aníbal Sánchez (Backliners) y Álex Díez (Cooper). Muchos de ellos deudores, como toda una generación, de un artista que ponía el alma en cada una de sus canciones. Uno de los últimos conciertos lo ofreció en León. Fue en enero de 2009 en la Sala Bo.Karoo de Valencia de Don Juan. Una gira frenética en la que Antonio Vega parecía intentar huir del cáncer que le devoraba los pulmones. Días después de que el entonces príncipe Felipe de Borbón inaugurase el Auditorio Ciudad de León en octubre de 2002, Antonio Vega ofrecía un polémico concierto. Se presentó media hora tarde y despachó al público en cuarenta minutos.
Escondido tras un largo flequillo, Antonio Vega era un gran tímido, un chico triste y solitario con una vida atormentada detrás de los focos, pero que dejó un legado impagable para todos los amantes de la buena música.