Darío Siero, el Goya leonés a los mejores efectos especiales por 'Modelo 77'
León tiene todo un Goya en la reciente gala del cine español: Darío Siero (León, 1987) . Alguien que, con su equipo, hace posible lo que no existe para que las películas y series cuenten lo que no está pasando pero hace falta contar. Se llaman compositores de imágenes y no solo se da en la ciencia ficción, sino que el desarrollo de lo audiovisual ha convertido esta especialidad, a la que el leonés llegó vía la ingeniería informática, en fundamental para que por ejemplo el viejo cine no pierda el tren del futuro.
Con Modelo 77 cayó el Goya a los mejores efectos especiales. Por cierto, competían en parte con ellos mismos: también nominados por As bestas. Y lo mejor de todo es que si su formación académica es clave en esta profesión, lo es aún más su condición de cinéfilo, que le conecta directamente con León y su juventud.
«Estuve en León hasta los 24 años, que me fui a Madrid. Por tanto mi descubrimiento y pasión por el cine nació y se desarrolló en León. Desde ver Parque Jurásico en el ya cerrado cine Abella, los reestrenos de la trilogía clásica de Star Wars en los Van Gogh, la vuelta a esa galaxia muy lejana con el Episodio I de Star Wars en el Emperador o el inicio de la saga de Los Vengadores en los cines de Espacio León. He ido al cine en León todo lo que he podido», asegura este leonés residente en Madrid y padre de un hijo.
De hecho, más León surge en su memoria personal del celuloide: «La primera vez que vi mi nombre en los créditos de una película en la gran pantalla fue en León. En la misma sala donde tantas otras veces acudí a ver películas con mi familia y amigos. Después llegaron muchas más películas y proyectos. Fue como un sueño para mi trabajar en Viuda Negra, ya que soy seguidor de la saga de Vengadores y estar ahí me parecía algo inalcanzable. Pero esa primera vez, con esa primera película, en el cine cerca de mi casa… no lo olvidaré jamás», recuerda Siero.
Acerca del premio actual, afirma que «la alegría aún dura y tardará en disiparse, aunque con la cantidad de proyectos que hay, como nuestro trabajo en la película terminó hace varios meses, ya casi lo teníamos olvidado y estamos centrados en los proyectos actuales».
A este sector llegó al especializarse en VFX (efectos visuales): «Siempre me gustó el cine y los efectos visuales. El cine tiene el poder de contar historias increíbles y permitirte ver personajes y mundos imposibles. Cualquier cosa fantástica que puedas imaginar que no se pueda hacer en la vida real, en el cine se puede. Y eso es cautivador. A mi me marcó muchísimo, como a tantos otros de mi profesión, la película Parque Jurásico. Podría hablar horas sobre esa película...», asegura.
Así, lo que era una inquietud y ansia de conocimiento además de formación, se fue convirtiendo en una ruta hacia lo que es ahora. Eso sí, aquí, Darío Siero, fanático de la ciencia ficción, demuestra tener el mejor sentido de la realidad: «Como en España y en León no había una carrera como tal, al acabar el bachiller estudié Ingeniería Informática en la Universidad de León, ya que también me encantaban los ordenadores y era una base muy buena para mi futuro trabajo. Ya hacia los últimos años de carrera me fui especializando en asignaturas enfocadas a los gráficos y multimedia. Siendo mi proyecto fin de carrera centrado en la relación de las matemáticas y los efectos visuales (que son muchísimos), acompañado de una pequeña película con mis compañeros llamada El proyecto Sagitario. Después de la universidad, hice un máster en Madrid de Edición y Postproducción y, recomendado por los profesores del máster, hice otro curso más especializado en Composición de VFX», narra.
Sobre Modelo 77 y el premio, este creador leonés explica que «esta es una profesión bastante desagradecida, ya que muy poca gente conoce realmente en qué consiste o lo que nuestro trabajo. En un mundo que empieza a conocer las nuevas inteligencias artificiales y en el que todo es automático, nosotros aun nos apoyamos en un trabajo mucho más artesanal de lo que la gente piensa. Porque la automatización no da ese detalle que se necesita en una pantalla de cine para que no se sepa si algo es real o no. Nuestro trabajo funciona cuando la gente cree que no existe. En películas fantásticas o de ciencia ficción, aunque los VFX estén impecables, sabes que esas cosas no son reales. Pero en películas como Modelo 77, que tiene muchos más de lo que se podría pensar, el que la gente diga que tal plano ‘no tiene efectos’ para nosotros es un halago», afirma.