LITERATURA
Carlos Fidalgo baila con fuego en una historia de guerra y paz
‘El baile del fuego’. El título de la nueva novela del berciano Carlos Fidalgo alude a la pieza de Manuel de Falla, símbolo de lo que arde y de lo que nos hipnotiza. Una historia, aparentemente de amor, que surge en la II República, se queda en suspenso en la guerra civil y reaparece en los cincuenta en la Gran Vía de Madrid.
«Un relato fantástico, escondido en una novela histórica y envuelto en una historia de amor». Así describe El baile del fuego (La Esfera de los libros) su autor, el escritor y periodista del Diario de León Carlos Fidalgo, una novela que llegará a las librerías el 8-M, porque la trama, entre otros escenarios, discurre en La Casa de las Siete Chimeneas de Madrid, que acogió durante la Segunda República al Club Lyceum —una de las primeras asociaciones de mujeres— y porque habla de la invisibilidad de las poetas Sin Sombrero.
Los protagonistas son Amalia Quiroga, una joven de una familia acomodada de Galicia que da recitales de piano en el Madrid prebélico, y Vicente Yebra, inspirado en parte en la figura real del fotógrafo Vicente Nieto Canedo, que dejó Ponferrada con 15 años para ser tipógrafo en el periódico El Socialista y fue miliciano en la Columna Mangada y soldado en la 32 Brigada Mixta del Ejército Republicano. Yebra es además el chófer y ayudante del comandante Nilamón Toral, un personaje que, según Fidalgo, también merecería una novela.
El sueño de Yebra es ser fotoperiodista. Con sus primeros ahorros se compra una cámara por 13 pesetas e intentará colar alguna foto en el diario Ahora , con Chaves Nogales como subdirector. En un recital de Lorca en el Club Lyceum escucha a Amalia Quiroga interpretar La danza ritual del fuego, del Amor brujo , y queda prendado de ella.
El tiempo
Quiroga es un personaje ficticio, pero fue el desencadenante de la cuarta novela de Fidalgo, tras escuchar esta pieza musical interpretada por una mujer. Se trata de la obra más ambiciosa y compleja del escritor berciano, tras publicar El agujero de Helmand, La sombra blanca y Stuka. Quiroga recuerda lejanamente a la pianista Marita Caro, pero también a un puñado de mujeres que intentaban ser profesionales en la música.
El baile del fuego no es solo una historia de un amor poco convencional, sino un relato lleno de misterio e intriga, con un final sorprendente. La última frase es una metáfora de aquella España cainita. Porque el libro, dividido en tres partes — El amor, La sirena y El fueg o—, se desarrolla a lo largo de dieciocho años, entre 1935 y 1953, y es un retrato del Madrid de la Segunda República y de la ciudad ya plenamente imbuida por el franquismo. No es —aclara Fidalgo—, una novela bélica ni política.
La Guerra Civil separa a los dos protagonista. Ella se va con sus padres a Mondoñedo y él se enrola con los republicanos. En medio se cruza una ‘subtrama’, la de la reportera de guerra norteamericana Virginia Cowles, que «saldrá por patas de ambos bandos». Hay otras historias paralelas, como el célebre accidente ferroviario de Torre del Bierzo —la mayor tragedia de la historia de los ferrocarriles españoles con cien muertos—, cuando Yebra viaja a Galicia para reencontrase con Amalia, un escalofriante atropello en Ponferrada o el triángulo amoroso entre Frank Sinatra, Ava Gardner y Dominguín.
El Madrid de Ava Gardner
La última parte de la novela discurre en el Madrid de los cincuenta, cuando Yebra es ya un fotorreportero de la agencia Cifra, embrión de la agencia Efe. El lector se adentrará con él en los lugares más reconocibles de la capital de España, desde el mítico Chicote, al Pasapoga donde actúa Xavier Cugat, el viejo Hotel Florida, el edificio de la Telefónica, el palacio Zabálburu incautado durante la guerra, los elegantes salones del Ritz, el vetusto café Barbieri y la misteriosa calle de los Tres Peces en Lavapiés, así como un inquietante dispensario de tuberculosos que todavía existe en la calle Goya.
La novela está trufada de personajes reales y, en algunas partes, es un homenaje a Merlín y familia, de Cunqueiro, o El bosque animado , de Wenceslao Fernández Flórez.
En el fondo, El baile del fuego, es un cuento de fantasmas, en el que se relata la leyenda de la mujer que apareció emparedada en Las Siete Chimeneas, de la que se aventuró que era una amante de Felipe II. Si las atmósferas son un personaje más, también la música, desde Falla al Summer Wind de Sinatra. Nada es accesorio en la trama. Ni siquiera, tres grandes automóviles, un Hispano Suiza, un Chevrolet y un Cadillac Eldorado que se mueven por Madrid como tres fantasmas.
Piensa Fidalgo que, tal vez, sea su novela más literaria y, a la vez, la más popular. Como le ocurrió en las dos anteriores, eligió un tiempo convulso porque confiesa que se siente «cómodo en la nostalgia. Un tiempo que no he vivido me resulta más evocador», dice. Y optó por escenarios bélicos porque, al contrario de lo que pueda parecer, le horrorizan.