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PATRIMONIO

Los nueve tesoros que harán brillar a San Isidoro

Las claves del nuevo museo. La reforma del Museo de San Isidoro se ha llevado con el máximo secreto. Las obras acabaron hace tiempo, pero queda la misión más difícil: el relato de los tesoros. El peso del discurso recaerá sobre nueve piezas.

El Panteón Real, la ‘Capilla Sixtina’ del románico. RAMIRO

León

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Cuatro años de obras y más de tres millones de euros. La ampliación del Museo de San Isidoro ha sido una empresa colosal, que ha exigido al arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade varios cambios en su proyecto inicial, por los hallazgos arqueológicos y algunas ‘sorpresas’ durante los trabajos . Previsiblemente, la reapertura no se demorará.

San Isidoro terminó hace meses la reforma que permitirá al museo ‘salir de la Edad Media’, pero falta la musealización de las piezas, muchas de ellas no exhibidas al público hasta la fecha; una misión encomendada al catedrático Isidro Bango, responsable de la inolvidable exposición Tesoro Sagrado , que reunió en el año 2000 por primera vez las joyas de la colegiata desperdigadas por museos del mundo.

Fuentes del equipo de Patrimonio de la Fundación Montemadrid, entidad que dirige el proyecto y sufraga con dos millones de euros la ‘actualización’ de San Isidoro —el resto del presupuesto lo aporta el Cabildo—, adelantan que el relato del museo girará en torno a nueve piezas claves. Aclaran que, en algunos casos, no son las más valiosas, pero se trata de objetos que permiten comprender la historia de la colegiata y el espectacular tesoro que llegó a reunir, siguiendo un plan preconcebido, a lo largo de siglos.

«Estas piezas, por su relevancia, van a tener un tratamiento especial», según la fundación.

En primer lugar, la arquitectura del edificio, que hasta ahora parecía ajena al contenido de la joya del románico. Abierto al público a finales de los años cincuenta, el Museo de San Isidoro era un auténtico calabozo, con una impracticable escalera de caracol y estancias en las que ha sido imposible mostrar los fascinantes tesoros acumulados durante mil años. La visita incluía la biblioteca, el Panteón Real y la cámara de Doña Sancha. Cuando se reabra el museo, también se podrá ver la escalera renacentista, el adarve de la muralla, los talleres de fundición de campanas descubiertos durante las excavaciones arqueológicas o la galería superior del claustro procesional, conocido también como claustro Fonseca. Además, se va a entender que la sala del Pendón era el antiguo receptorio y que por eso las estancias contiguas son la primitiva cocina y la cilla.

La Fundación Montemadrid desvela que algunas de las restauraciones que se han llevado a cabo en los últimos años en el edificio románico, financiadas por la Junta, responden a un plan para hacer «comprensible» San Isidoro, como la rebaja del atrio en 40 centímetros, la reparación de la ‘Capilla Sixtina del románico’ o la recuperación de las pinturas renacentistas que fueron arrancadas en el siglo XX de la cámara de Doña Sancha, así como la reforma de esta estancia y de varias capillas, como la de La Magdalena o la de los Castañones. Además, habrá una conexión entre el claustro y la zona que ahora ocupa el Hotel Real Colegiata.

El museo pasará de 1.200 a 3.200 metros cuadrados de exposición. Otras dos piezas que permitirán seguir la historia de la colegiata son el arca de San Isidoro y el arca de San Juan y San Pelayo o arca de los marfiles, dos objetos excepcionales, que se exhibirán cerrados, para preservar las espléndidas telas del interior.

La cuarta pieza es la Cruz Procesional de Juan de Arfe, que se colocará en la Cámara de Doña Sancha. La siguiente es el ajuar funerario de la infantaa María. Se trata, en realidad, de su mortaja: camisa, calzas y garnacha. Se conserva en una caja y no se exhibe al público. Es uno de los conjuntos textiles más importantes de España, porque no hay prendas medievales tan antiguas como estas, del siglo XIII. El sexto de los nueve objetos claves en el futuro museo es el pendón de San Isidoro, del siglo XIV, en el que se ve al santo como caballero guerrero, reflejo de la leyenda según la cual habría ayudado en la conquista de Baeza.

La Biblia rara

Otros dos objetos destacados serán las biblias mozárabe y románica, que se mostrarán cerradas, aunque habrá imágenes de algunas de las iluminaciones interiores. La Biblia visigótico-mozárabe está considerada uno de los veinte libros más extraños del mundo. Fechada en el año 960, tiene una historia fascinante. Los especialistas creen que las figuras del miniaturista Florencio guardan un extraordinario parecido con los personajes del Guernica de Picasso, quien tuvo oportunidad de contemplar esta joya en una exposición en París en 1937. La Biblia incluye textos de Prisciliano, condenado por herejía en el siglo VI, que se salvaron porque el censor, de nombre Peregrino, los dio de paso sin leerlos. Estas ‘páginas prohibidas’ despertaron la curiosidad del teólogo Erasmo de Rotterdam, quien pidió en el siglo XVI una copia a San Isidoro.

La joya del románico, donde se celebraron en 1188 las primeras cortes parlamentarias de la historia y donde Alfonso V promulgó en el año 1017 el Fuero de León, no destacaba estos acontecimientos históricos tan singulares, algo que cambiará en el recorrido del nuevo museo.

La novena pieza es el cáliz de Doña Urraca. Sin duda, uno de los objetos más fascinantes y en el punto de mira de los ladrones en varias ocasiones. El cáliz viajó a las exposiciones universales de Barcelona (1929) y Sevilla (1992). El Metropolitan de Nueva York lo pidió para una exposición en 1993. Estuvo asegurado en 6.000 millones de pesetas, pero finalmente el Cabildo no lo cedió, tras evaluar los riesgos de un viaje trasatlántico. Consta de dos cuencos de ágata que Urraca, hija de los reyes Fernando I y Sancha, mandó decorar con sus mejores joyas. Recubierto de oro, el cáliz tiene incrustadas perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros. Una auténtica joya de la orfebrería medieval. Su valor es incuestionable, independientemente de quienes lo asocian con el Santo Grial. Se expone en San Isidoro en una sala acorazada. Curiosamente, esta copa decorada en el siglo XI no figura en el inventario BIC de la Junta. En 2014 los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega anunciaron que el cáliz de Doña Urraca es el Santo Grial, la copa que veneraban los cristiano en Jerusalén hasta el siglo IV, lo que atrajo la atención de miles de turistas de todo el mundo y obligó al Cabildo a trasladarlo a una sala blindada.

Un museo del siglo XXI

La reforma de San Isidoro permitirá salvaguardar la integridad de las colecciones actualmente expuestas en el claustro o incluso en el patio, previendo para ellas un espacio interior, así como homogeneizar las cotas del edificio para hacerlo accesible, según la memoria descriptiva de Rodríguez Frade. Con el nuevo acceso, la zona de venta de entradas y la tienda se trasladarán a la sala de la Adoración Nocturna. Para ganar metros, se va a recuperar un hueco existente en la fachada y otro situado en la zona norte del actual espacio de acogida. En el claustro y el Panteón Real se colocarán las piezas más pesadas, como la colección de lápidas y estelas romanas. La ampliación exige intervenir en una serie de estancias y capillas, tanto en planta baja como en la primera, actualmente en uso por la Hospedería o sin uso determinado. En muchos casos, se trata simplemente de limpiar e iluminar estancias.

Los cambios permitirán exhibir un gran volumen de colecciones. Además, se «dotará de un adecuado acceso a la pieza fundamental de la Real Colegiata: el Panteón Real», según consta en el proyecto. El Museo ‘anexionará’ las capillas de los Salazares, la de los Vacas, la de San José, la de San Ignacio, la cilla, la de la Magdalena y la de los Omaña.

La reforma del museo pondrá fin a la magna rehabilitación de San Isidoro iniciada en 2001 con la restauración de la Torre del gallo y el asombroso descubrimiento de que la veleta era de origen persa-sasánida del siglo VI. Nadie pensó entonces que los trabajos se prolongarían más de dos décadas.